Un equipo internacional de investigadores ha descubierto en la isla de Luzón, Filipinas, los restos fósiles de una especie humana hasta ahora desconocida.
Bautizada como Homo luzonensis, la nueva especie vivió hace entre 50.000 y 67.000 años, cuando en el mundo ya deambulaban los neandertales, sus misteriosos primos denisovanos, el diminuto hombre de la isla de Flores y por, supuesto, los sapiens, nuestra propia especie y la única que sigue con vida en el planeta.
De acuerdo con el periódico español ABC, el nuevo homo era aún más pequeño que su vecino, el «hobbit» de Flores, probablemente aún trepaba a los árboles y presentaba una sorprendente mezcla de rasgos nunca antes vista: mientras sus dientes recuerdan a los nuestros, sus manos y sus pies se parecen a los de los australopitecos, homínidos antiquísimos que vivieron hace millones de años. El hallazgo, publicado en la revista «Nature», generará sin duda controversia en la comunidad científica. No solo porque complica aún más el intrincado árbol de la evolución humana, sino porque sugiere que quizás pudo haberse producido más de una migración temprana desde África a Asia, una que hasta ahora nos ha pasado desapercibida.