Un kilo de naranjas, de azúcar o de maíz, pesa, por definición, lo mismo que el cilindro hecho de platino-iridio guardado bajo varias campanas protectoras y encerrado con tres llaves en el sótano a las afueras de París.
De acuerdo con el periódico español El País este Prototipo de Kilogramo Internacional, empleado para calibrar los patrones oficiales de la unidad de masa, anuncia este viernes su jubilación tras 129 años de servicio.
A partir del año que viene, la unidad de masa no será un objeto físico, sino un valor derivado de una constante de la naturaleza. Este cambio no tendrá ninguna implicación en la cesta de la compra, ni se notará en el día a día, pero puede ser muy importante en ámbitos científicos como el desarrollo de medicinas.
El kilogramo recibe especial atención por ser la última unidad fundamental cuya definición todavía depende de la magnitud de un objeto físico, es decir, la medida que se guarda celosamente en París y eso resulta ser un problema para los científicos, porque el objeto según sus afirmaciones durante el último siglo, la masa del medidor ha cambiado y lo ha hecho en al menos 50 microgramos, es decir: un gramo dividido en un millón de partes y multiplicado por 50.
Este caso parece ser muy complicado y poco útil, pero la realidad es que los científicos necesitan contar con instrumentos muy precisos porque actualmente se trabaja con medidas extremadamente pequeñas que se emplean, por ejemplo, para calcular las dosis de medicamentos.
Bueno, pues a partir de este mes el kilo ya no pesará lo mismo que hoy pesa, nada más que nosotros seguiremos con la misma medida.