Suele pensarse que uno de los detonadores para que la comida mexicana fuese tan variada fue el uso de chile en sus alimentos.
Este aliciente, de algún modo, volvió más atrevida la concepción sobre la alimentación y sus posibilidades.
Y la premisa anterior parece ser cierta, el mexicano antiguo hizo prácticamente uso de la totalidad de menesteres posibles que le rodearon para adoptarlos en su dieta.
Por ello existen platillos cuyos ingredientes principales parecerían una broma en otros lugares, sin embargo, son parte de la riqueza culinaria que aún hoy, luego de milenios, continúa retando la concepción gastronómica en muchas partes del mundo.
Los platillos a que hago referencia son la Fritada de Ranas del Distrito Federal, las larvas de mariposa o cuetlas, el Pejelagarto, las Criadillas o Pitufos, el Mondongo, el Huitlacoche y la Hueva de hormiga o escamoles.
Se trata de insectos, de huevos de insectos, vísceras, peces de extraña fisonomía y hasta de hongos que crecen en plantas comestibles.
Ha probado alguno. Creo que del riquísimo mondongo no nos hemos escapado después de esas largas jornadas de fiesta. Si no lo ha hecho, le recomiendo que encuentre la posibilidad comer estos manjares dignos de una de las mejores cocinas del mundo.
¡Buen provecho!