Un contrato hallado en el fondo reservado Rodolfo Ruz Menéndez del Centro Peninsular en Humanidades y en Ciencias Sociales de la UNAM ha permitido esclarecer muchos aspectos de la migración forzada Yaqui hacia los campos henequeneros de Yucatán según ha publicado La Crónica.

En el marco de su investigación para la dramaturgia Éxodos, la historiadora Ana E. Cervera Molina rescató un contrato de 1900, firmado entre el licenciado Fernando Leal, en ese entonces secretario de Fomento y Colonización del gobierno de Porfirio Díaz, y Manuel Arrigunaga y Gutiérrez.

El documento esclarece mucho del desplazamiento de yaquis a los campos del henequén: migración forzada por haberse resistido a la forma en que Porfirio Díaz establecía la idea de progreso para México y al intervencionismo del gobierno en el río Yaqui.

“Son pocos los contratos que se pueden encontrar. Tan pocos que se duda de la veracidad de lo que Turner está diciendo en el famoso México Bárbaro. Es un verdadero hallazgo en buen estado, con los nombres legibles y, además, se puede acceder a él de manera corriente”, menciona Cervera Molina.

“En la primera página del documento se dice que estos indios son prisioneros de guerra”, explica.

A medida que va evolucionando se mencionan los “derechos” que se otorgarán a los niños y mujeres que viajan: se habla de ellos en términos de operarios, en función de las ganancias del henequén, de los costos de manutención en la hacienda, y de cuánto se les va a pagar. Al final, aparece una lista de aproximadamente 100 nombres.

Algunos se repiten, otros están tachoneados. “Todos los prisioneros tenían asignado un número y pertenecían a alguna familia”.

En el contrato se mencionan tres haciendas, que pertenecen a Manuel Arrigunaga como representante legal, pero los verdaderos dueños son María y Joaquín Peón. Nombres muy importantes en la historia de Yucatán, pues se les ha considerado propulsores de la casta divina: los 20 apellidos que acumularon la riqueza más importante de Yucatán hacia el siglo XX.

“Hay que recordar que ha habido un discurso de pobreza económica en la Península, excepto durante la temporada del henequén, cuando hubo un proceso de desarrollo exorbitante, relacionado con estas 20 familias”, comenta Molina. Molina contempla la importancia de este hallazgo dentro del contexto de la maya-ización de la península yucateca, “todo lo que se vea indio es maya, se olvida esta mezcla y particularidad: el indio que es diferente, que físicamente se ve diferente y no es maya, aunque tenga la piel morena y se vea indígena, tiene una identidad y todo un bagaje cultural que está presente”, por lo que esta investigación es parte de un proyecto que busca generar nuevas autopercepciones del territorio.

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