Todo el proceso que el alimento recorre desde la recogida de la cosecha, la captura o la matanza hasta antes de llegar al minorista forma parte de la llamada pérdida alimentaria, y en el mundo es un 13,8% de los alimentos producidos los que se pierden por ineficacias en la cadena del suministro. Su valor económico supone unos 363.000 millones de euros, según el último informe del Estado Mundial de la Agricultura.

De acuerdo con un estudio publicado por el periódico El País, además de la pérdida anterior el trayecto que recorre después el alimento, desde que lo adquiere el minorista hasta que llega al consumidor, ya sea en la compra o en restaurantes, es definido como desperdicio, pero todavía este porcentaje no está actualizado.

Para conocer la suma pérdida más el desperdicio habría que remontarse a la información que Organización de las Naciones Unidas recogió en 2011, en la que se reveló que anualmente se perdían o desperdiciaban unas 1.300 toneladas de comida, un tercio del total producido.

Lo que sí es definitivo es que ese 13,8% es una cifra dramática. Y se vuelve aún más violenta al compararla con los 821 millones de personas que pasan hambre en el mundo y los 2,200 millones que padecen inseguridad alimentaria, es decir, que se levantan cada día sin saber si comerán algo.

El desafío ahora es saber qué se pierde, dónde y por qué y así exigir medidas y optimizar actuaciones en cada paso de la cadena de valor. “Conocer los datos permite saber dónde enfocar las acciones.

Las frutas y las verduras, con cerca de un 23% de pérdidas, son de los productos que más sufren las consecuencias de las limitaciones técnicas y de gestión relacionadas con el cultivo, el almacenamiento, el transporte, el procesamiento, las instalaciones frigoríficas, las infraestructuras o los sistemas de envasado y comercialización.

Por delante, como los que más, están las raíces, los tubérculos y los cultivos oleaginosos, con más de un 25%.

A %d blogueros les gusta esto: