Un equipo de epidemiólogos de la Universidad de Washington ha confirmado en un nuevo estudio que el riesgo de mortalidad de un niño menor de cinco años depende del lugar en el que nace.
El trabajo determina que en 2017, el 93 % de las muertes infantiles ocurrieron en países de ingresos bajos y medios pero, según los expertos, gran parte de ellas podrían evitarse. Los resultados se han publicado en el último número de la revista Naturaleza.
Se estima que en estos países murieron 123 millones de niños menores de cinco años entre 2000 y 2017. En la mayoría los casos, las causas de mortalidad más destacadas son los trastornos neonatales (que incluyen encefalopatía y parto prematuro), las infecciones de las vías respiratorias inferiores y la diarrea.
Los autores estiman que, en ausencia de desigualdades geográficas, aproximadamente dos de cada tres de estas muertes podrían haberse evitado.
Los resultados indican que el mayor número de muertes infantiles en 2017 se produjo en India, Nigeria, Pakistán y la República Democrática del Congo, aunque la distribución de la mortalidad varió dentro de cada país.
A pesar de la magnitud de estos datos, la mortalidad infantil disminuyó de 19,6 millones en 1950 a 5,4 millones en 2017 en todo el mundo. Por otro lado, a escala nacional, la mortalidad infantil se redujo en un 41 % entre 2000 y 2017, en todos los países estudiados.
Esta mejora se consiguió poniendo el foco en los territorios con mayor pobreza. También influyó el desarrollo económico general y la mejora de los determinantes sociales de la salud, como la educación, el apoyo social y el acceso a la atención sanitaria.
Algunos países de este estudio ya están cumpliendo la meta tanto a escala nacional como regional estudiadas (por ejemplo, Tailandia y Costa Rica). Otros, como Colombia y Vietnam, están cumpliendo la meta a escala nacional, pero tienen territorios que aún no lo han hecho.
No obstante, muchos países están todavía muy lejos del objetivo de reducción, afirma Simón Hay, autor del estudio publicado por la revista SINC.