Buenas noticias para la mitad de la población: el pelo fino resulta más fuerte que el cabello grueso. Así lo ha demostrado una investigación que la Universidad de California publicada en la revista Matter.

El trabajo compara muestras de ocho mamíferos diferentes: humanos, osos, jabalíes, caballos, capibaras, jabalíes, pecaríes, jirafas y elefantes. Los grosores del pelo varían entre 80 micrómetros de diámetro en el caso de los humanos a los más de 350 micrómetros en el de los elefantes o las jirafas.

Sin embargo, todos comparten una estructura jerárquica basada en una capa externa de proteínas llamada cutícula que envuelve una corteza interna hecha de muchas fibras pequeñas. Dentro de cada fibra, hay incluso fibras más pequeñas incrustadas. Este diseño permite que el cabello sea resistente a la deformación.

Para comprobar la fuerza de cada una de las muestras, el equipo investigador ató mechones individuales a una máquina que gradualmente los forzó hasta que se rompieron. Para su sorpresa, encontraron que los pelos más finos eran capaces de soportar una mayor tensión antes de romperse en comparación con los gruesos.

Según explica Wen Yang, nanoingeniera de la Universidad de California y autora principal del estudio, el secreto está en la forma en la que se rompen.

En el caso del cabello grueso, su corte “sigue un patrón de corte limpio, como cuando se corta una fruta”, afirma. Así ocurre en el pelo con un diámetro superior a 200 nanomicrómetros, como el de jabalíes, jirafas y elefantes.

No ocurre así en el cabello fino. “El pelo fino tiende a agrietarse en una trayectoria de cizallamiento. En ella se forman pequeñas grietas en zigzag dentro del material como resultado de la tensión, como una rama de árbol que se rompe en una tormenta”, aclara Yang.

La investigadora cree que estos resultados podrían contribuir al diseño de mejores materiales sintéticos, aunque reconoce que la fabricación de un material inspirado en el cabello humano aún está en sus inicios.

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