El reconocimiento facial ha dejado de ser una idea de ciencia ficción, para convertirse en algo cotidiano que vemos todos los días. Puede que uses un smartphone que se desbloquea mostrando tu cara, o que tu rostro haya acabado en una base de datos al ser registrado por una cámara.
Sea como sea, que esta es una tecnología que tiene un gran potencial para mejorar nuestras vidas es innegable; pero no es menos cierto que tiene el mismo potencial para convertirse en una herramienta de opresión e injusticia.
El uso de reconocimiento facial para rastrear las acciones del ciudadano común no es una teoría conspiratoria; es algo que ya se hace a nivel gubernamental en China, por ejemplo. También hay un gran miedo a que empresas dedicadas a la obtención de datos usen el reconocimiento facial para su propio beneficio.
Como es habitual, las leyes aún están muy por detrás en lo que respecta a la regulación de nuevas tecnologías, y concretamente del reconocimiento facial. Sin embargo, puede que en el caso de la Unión Europea, realmente no haga falta una nueva ley para impedir su abuso.
De esta manera, al menos en teoría, las aplicaciones más agresivas del reconocimiento facial serían ilegales en la Unión Europea; todos los casos en los que un sistema automatizado aplicase reconocimiento facial a nuestras caras, sin pedirnos permiso. O mejor dicho, casi todos. Por lo tanto, el reconocimiento facial automático ya sería ilegal en muchos casos, porque no puede obtener el consentimiento de los usuarios. Sin embargo, es una cuestión más complicada de lo que parece, y seguramente hará falta más legislación, ya sea nivel nacional o europeo, para decidir hasta qué punto se puede permitir.