Los hombres están siendo más afectados que las mujeres por coronavirus y también las clases bajas respecto a las acomodadas, pero el colectivo que más muertos ha puesto en esta batalla en México es el de las amas de casa, con 9,192 defunciones en lo que va de pandemia.
De acuerdo con un artículo publicado por el periódico El País, los jubilados y pensionados, con 3,738, una parte de los cuales también son mujeres al cuidado del hogar, son otro grupo representativo de los afectados por la pandemia.
“En un país como México, las amas de casa son las proveedoras de la familia, las que se ocupan de los medios cotidianos para cuidar a los hijos y alimentarlos; para ello salen a la calle, toman transportes públicos y visitan con frecuencia los mercados, que están siendo uno de los grandes focos de contagio. Además, son las que cuidan a los enfermos”, dice Héctor Hernández Bringas, investigador de la UNAM quien ha estudiado los datos oficiales del Gobierno sobre los fallecidos por covid-19.
El investigador ha analizado estas cifras cuando se contaban 40,417 fallecidos en todo el país en la base de datos de la Secretaría de Salud y una de las conclusiones más evidentes es que las clases humildes, “como en cualquier catástrofe o crisis o fenómeno natural” son las que más perjudicadas están resultando.
Un 48,7% de los fallecidos tiene estudios de primaria como mucho cuando la población con ese nivel de formación es del 31,2%. Y lo mismo ocurre con quienes pueden acreditar estudios de secundaria o inferiores: son un 59% de los mexicanos, pero entre los muertos por Covid suben hasta el 71,4%.
“Yo no creo que esto tenga que ver solo con la ignorancia a la hora de comprender los mensajes o cuidarse del contagio. Mi impresión es que correlaciona más con el empleo; a menor nivel de escolaridad se reduce también el de ingresos y tienen que salir a la calle para trabajar”, dice Hernández Bringas.
La propaganda institucional enaltece una forma de ser del pueblo mexicano, que saldrá adelante porque son fuertes y poderosos, casi como si fuera una cuestión de genética, publica el reportaje.
Al respecto Hernández Bringas dice que eso tiene relación con “una cultura de la masculinidad mal entendida. Machismo, en definitiva”. “Se trata de una manera de enfrentar la vida que aplican también en el caso de los homicidios, la violencia de género, enfrentan la vida sin cuidados”, con una gallardía temeraria cuando no suicida, como si no les afectara porque están hechos de una pieza.
Pero sin duda, lo que más afecta es la terrible disyuntiva entre la salud y el hambre. El perfil sigue siendo el de un hombre entre 40 y 69 años, ahí se acumula el 64% de los fallecidos, un 30% entre los mayores de 70 y un 6.7% son menores de 40.
El confinamiento para estas personas con las economías más débiles es casi imposible. Creo que el Gobierno debería facilitarles una renta básica o solidaria para que puedan estar en casa. Hay quien dice que ya es tarde, pero yo creo que estamos a tiempo, en muchos sitios están pasando lo peor de la pandemia”, dice el investigador.
En algunos casos el contagio no es tanto por el trabajo que se desempeña, sino por el transporte público que se toma para llegar a la fábrica o a barrer las calles del centro de la ciudad.
Efectivamente, algunos empleados, aunque hayan mantenido, sin ir a trabajar, el sueldo que recibían, que nunca era mucho, han aprovechado para hacer algunos trabajos extra y ganar algo más.
Si el Gobierno se decidiera a dar una renta mínima para ellos, “que no lo hará, tendría que articular una serie de sanciones para quien no observara el confinamiento, sería la forma de evitar que salieran a otros desempeños”, sostiene Hernández Bringas.
Fuente: El País