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Los mayas y el deslumbrante color azul que inventaron

Los mayas no solo inventaron un sistema numérico único o un sistema jeroglífico de escritura, sino que también crearon un color intenso de fuerte carga simbólica cuyo uso se expandió por toda Mesoamérica y que influenció de manera importante el arte.

La revista México Desconocido destaca en su portal de internet destaca que se trata de un color azul con tonalidades en turquesa que los mayas usaban durante sus rituales de sacrificios humanos, en cerámicas, murales y en ofrendas.

Los investigadores se refieren al azul maya como un pigmento excepcional que ha dado pie a muchas incógnitas sobre su origen y fabricación.

Sin embargo, lo que más ha causado admiración es la técnica que los mayas emplearon para su elaboración. Lo que más asombra a los investigadores y artistas, es la excelente calidad que representa ya que es casi indeleble, resistente a la luz, al calor y a la corrosión.

Según los investigadores, dentro de la fórmula los mayas habrían utilizado hojas de añil maceradas y palygorskita, una especie de arcilla de estructura fibrosa.

Gracias a estas propiedades, el color azul maya siguió siendo utilizado en toda Mesoamérica, extendiéndose su uso hasta después de la Conquista española llegando a las paletas de pintores europeos.

Esta tintura era utilizada en murales que dan cuenta del importante papel que el color azul tenía para los mayas. Uno de los ejemplos en donde podemos ver el importante uso del color azul es en los murales de Bonampak, que datan de finales del siglo VIII, y que han perdurado a través de los años.

El arqueólogo Salvador Toscano la considera a estos murales como “la Capilla Sixtina de América” ya que estos murales prueban “que los mayas eran, antes que nada, estupendos artesanos y pintores, y que Bonampak era una isla insospechada e insuperable, por la libertad y la excelencia de su composición”.

A las víctimas de las ceremonias religiosas se les untaba el cuerpo desnudo con esta tintura, como lo describe Fray Diego de Landa en su Relación de las Cosas de Yucatán: “(…) llegado el día (del sacrificio) juntábanse en el patio del templo y si había esclavo de ser sacrificado a saetazos, desnudábanle  en cueros y untábanle el cuerpo de azul poniéndole un corona en la cabeza (…)”.

Además, también se realizaban ceremonias para pedir al dios Itzamná por un buen año de lluvias y alimentos. Para estas, los mayas embadurnaban de color azul las escaleras de los templos, como también describe Diego de Landa en su documento:

“Hecho esto con su devoción acostumbrada, untaban el primer escalón del montón de las piedras con lodo del pozo (cenote), y los demás escalones con betún azul, y echaban muchos sahumerios e invocaban a los chaces y a Itzamná con sus oraciones y devociones, y ofrecían sus presentes”.

Al observar las antiguas ciudades mayas se distingue una sabia adaptación a los accidentes del terreno. También se sabe que la disposición de sus edificios suele responder a determinados fenómenos astronómicos. Las formas, los colores y las construcciones no sólo crean ese ambiente que llamamos estilo. También infunden de emociones nuestros movimientos y nuestro actuar. Por eso los mayas llenaron sus centros ceremoniales de imágenes, figuras y diseños que nos conmueven y nos impresionan.

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