La pandemia de covid-19 ha introducido una serie de nuevos comportamientos en las rutinas diarias, como el distanciamiento físico, el uso de mascarillas y la desinfección de manos. Mientras tanto, muchos comportamientos antiguos, como asistir a eventos, salir a comer y verse con amigos, han quedado en suspenso.

Sin embargo, un viejo comportamiento que ha persistido, y posiblemente se ha amplificado debido a la covid-19, es estar sentado, y no es sorprendente ver por qué.

Ya sea que uno esté sentado durante el transporte, el trabajo, el tiempo frente a las pantallas o incluso durante las comidas, los entornos y las actividades cotidianas se adaptan casi exclusivamente a estar sentado durante mucho tiempo.

Así, los comportamientos sedentarios, como estar sentado, constituyen la mayor parte del día para mucha gente.

Es probable que el tiempo de sedentarismo diario actual sea aún mayor que antesde la pandemia como resultado de las órdenes de quedarse en casa, las limitaciones en los negocios y las instalaciones recreativas, y las elevadas preocupaciones por la salud.

Esta situación es un problema, dado que los niveles crónicos excesivos de sedentarismo se han relacionado con un mayor riesgo de diabetes, enfermedades cardíacas, mortalidad e incluso algunos cánceres.

Sin embargo, para muchas personas, sus propios juicios y sentimientos sobre su calidad de vida (también conocido como bienestar subjetivo) pueden ser más importantes y relevantes para tomar decisiones y adoptar comportamientos de salud que la posibilidad de desarrollar enfermedades crónicas.

El bienestar subjetivo abarca la propia evaluación de un individuo de su calidad de vida.

Incluye conceptos como afecto -sentimientos positivos y negativos- y satisfacción con la vida.

Relativamente pocas investigaciones han examinado la relación entre los comportamientos sedentarios y el bienestar subjetivo.

Explorar esta relación es importante, ya que diferentes contextos en los que uno está sentado —como socializar o pasar tiempo frente a una pantalla—, pueden generar diferentes sentimientos o juicios de bienestar subjetivo, a diferencia de las relaciones entre la salud física y el comportamiento sedentario, que tienden a ser más consistentes

Curiosamente, estas evaluaciones pueden entrar en conflicto con los resultados de la salud física.

Por ejemplo, una persona puede tener diabetes, pero aun así reportar un bienestar subjetivo alto, mientras que alguien sin problemas de salud física puede reportar un bienestar subjetivo pobre.

Esto es importante, ya que significa que la forma en que una persona se siente con respecto a su propia salud no siempre se alinea con lo que su cuerpo puede demostrar. Es por eso que evaluar el bienestar subjetivo es vital para pintar una imagen holística de la salud.

Los estudios revelaron que los diferentes contextos del comportamiento sedentario tienen relaciones únicas con el bienestar subjetivo.

Por ejemplo, el tiempo frente a una pantalla se asoció de manera constante y negativa con el bienestar subjetivo.

Sin embargo, contextos como socializar, tocar un instrumento y leer en realidad demostraron asociaciones positivas con el bienestar subjetivo.

Estos resultados difieren de la investigación tradicional sobre el comportamiento sedentario relacionado con la salud, en la que todo comportamiento sedentario se considera perjudicial.

La covid-19 continúa influyendo en la vida y las rutinas diarias. Incluso cuando los negocios y los gimnasios finalmente vuelvan a abrir, y nos sintamos más cómodos reuniéndonos con otras personas y, finalmente, dejemos de usar mascarillas, es casi seguro que continuaremos sentándonos y el sentarse seguirá cambiando la forma en que nos sentimos. Si bien es posible que no podamos eliminar todo el tiempo que pasamos sentados, todos podemos ser conscientes de cuánto podemos reducirlo y de dónde podemos reducirlo para estar más saludables y sentirnos mejor.

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