Sonia Villapol trabaja en el Texas Medical Center de Houston, donde es investigadora principal y profesora en el Center for Neuroregeneration en el Methodist Hospital Research Institute.

Allí, esta neurocientífica licenciada en Biología Molecular y Biotecnología tiene su laboratorio centrado en buscar nuevos tratamientos para el daño cerebral y abrir la puerta a terapias alternativas que recuperen el cerebro dañado y reduzcan la respuesta inflamatoria y su afectación en el resto de órganos.

Desde hace un año es parte del Equipo de Investigación Internacional de COVID-19 (COV-irt.org) que analiza cómo afecta el coronavirus a la cabeza.

“Cuando supe cuál era la vía de entrada del virus a las células, a través de los receptores de la angiotensina. Estos receptores para la enzima convertidora de angiotensina II (ACE2) son la vía de anclaje del virus, por eso desde el principio ya supimos que esto iba a afectar neurológicamente”, afirma la investigadora.

Agrega que este virus tiene unas espigas que se enganchan a estos receptores ACE2 que están en las células humanas funcionando como llave. Y hay receptores en todas partes de nuestro cuerpo.

Y además dice que en todos los órganos con mayor o menor proporción: pulmones, intestinos, corazón, cerebro. Y naturalmente también en las neuronas. Pone la piel de gallina cuando lo piensas. Fue un shock cuando vimos que esto iba a suponer un problema neurológico, como muchas enfermedades inflamatorias.

Agrega que esta enfermedad es básicamente una enfermedad inflamatoria y cardiovascular y explica que las células de los vasos sanguíneos tienen estos receptores de anclaje.

Se trata pues de una enfermedad multisistémica porque afecta a todos los órganos, básicamente por la inflamación que se desencadena. Hace un año no se sabía casi nada.

Dice que ahora “nosotros trabajamos en la investigación del cerebro-microbiota y cerebro-intestino, y descubrimos que la covid-19 tiene un papel muy importante porque hay cambios de la microbiota asociados con la inflamación al principio de la enfermedad. Intentamos identificar bacterias que puedan ser predictoras de la severidad, y cómo va a evolucionar la covid a largo plazo”.

Subraya que existe el problema de los daños cerebrales porque los medicamentos no llegan a donde tienen que llegar, debido a que no hay buenos vectores.

Indica que no de los éxitos de este año pandémico es que estas nanopartículas consiguen que las vacunas lleguen a las células-diana eficazmente y no haya rechazo del organismo. Aprendiendo de estos mecanismos de entrega de medicamentos mediante nanopartículas estamos realizando estudios para tratar el cerebro.

Señala que la gente mayor con demencia o alzhéimer que sobrevivió a la covid, se le aceleró muchísimo la demencia o el alzhéimer.

Y añade que de acuerdo con otras enfermedades virales, sabemos que esta inflamación crónica que produce la covid puede propiciar el desarrollo de alzhéimer, párkinson u otras enfermedades neurodegenerativas en el futuro.

Predicee que es muy factible que el porcentaje de gente con alzhéimer aumente en los próximos años. Es una hipótesis con bastante fundamento porque ya pasó con otras enfermedades virales. En cualquier caso el agravamiento de las enfermedades neurodegenerativas preexistentes tras sufrir la covid es un hecho demostrado.

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