El riesgo de propagación de enfermedades infecciosas emergentes que puedan causar otra pandemia ha aumentado en las últimas cinco décadas debido a la creciente alteración o destrucción de los ecosistemas, esto, de acuerdo con una publicación del diario español “El País”.

Se indica que esta situación genera un desplazamiento forzado de especies que, frente a la proximidad con los humanos, puede provocar zoonosis, es decir, que un patógeno de riesgo presente en un animal se transmita a la especie humana y se desarrolle una enfermedad que pueda desencadenar una pandemia.

Este estudio demuestra que el cambio climático, la deforestación, el mercado de animales salvajes, la agricultura intensiva y otras actividades de destrucción ambiental influyen en la propagación de patógenos presentes en animales salvajes.

“Las evidencias citadas en este informe muestran que la mejor forma de prevenir una pandemia es impedir esta transmisión de virus zoonóticos de animales a humanos” afirma la catedrática Deborah Kochevar, directora del proyecto contra la propagación de enfermedades de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional.

Asimismo, Kochevar cita que esto debe ser llevado a cabo con protección ambiental y fortalecimiento de los sistemas de salud, tal y como indica el informe, que propone la creación de plataformas de salud unificadas denominadas “Una sola salud”.

El objetivo de estas iniciativas es incluir una perspectiva multidisciplinar que implique la salud humana, salud animal, medio ambiente y agropecuaria para evitar las pandemias.

Algunas experiencias de esta iniciativa ya han sido llevadas a cabo en ámbitos locales y muestran, por ejemplo, cómo la deforestación se redujo en Borneo con un fortalecimiento del sistema de salud o cómo el virus Nipah fue controlado en algunas áreas de granjas en Malasia gracias a la construcción de barreras naturales de bambú para evitar que los murciélagos de la fruta entrasen en contacto con los cerdos, situación que habría sido el origen de un brote que se transmitió a los humanos en 1998.

El grupo de investigadores pone de relieve que las medidas de prevención de la diseminación de patógenos para evitar nuevas pandemias están siendo subestimadas frente a las dificultades para controlar la covid-19.

Hasta ahora, los esfuerzos se están centrando exclusivamente en la contención: fortalecimiento de los sistemas de salud, aumento de pruebas de diagnóstico, medicamentos y vacunas, que son “fundamentales, pero insuficientes para poder controlar otras futuras pandemias”, tal y como presentan los investigadores.

Otras actividades humanas que impactan los ecosistemas son las alteraciones de cursos de agua dulce, como sucede por ejemplo en la construcción de represas hidroeléctricas.

Este es el caso de la central de Asuán en Egipto, relacionada con el aumento de un mosquito vector de la filariasis linfática, o de otras hidroeléctricas en Sri Lanka e India que han provocado el aumento de la malaria, también transmitida por un mosquito.

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