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Cómo hablar del suicidio para prevenirlo y acabar con el estigma

En febrero pasado Japón nombró a su primer ministro de la soledad después de que la tasa de suicidios del país aumentara durante la pandemia. “Espero realizar actividades para prevenir la soledad social y el aislamiento y proteger los lazos entre las personas”, afirmó Tetsushi Sakamoto en la rueda de prensa de presentación.

Tras un año de elucubraciones, el primer estudio internacional con datos recogidos en 21 países desarrollados no registra un incremento en las tasas de suicidio durante los primeros meses de la pandemia.

“El aumento autoinformado de los niveles de ansiedad, depresión y pensamientos suicidas no parece haberse traducido en más fallecimientos, al menos en los países que formaron parte del estudio”, explica a l medio español SINC Susana Al-Halabí, del departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo.

Las cifras que se tienen hasta ahora no son definitivas, por lo que “hay que estar atentos a posibles cambios en los próximos meses o en otros países en vías de desarrollo”.

El último informe sobre conductas suicidas de la OMS revela que en 2019 se suicidaron más de 700,000 personas, lo que implica que una de cada 100 muertes fue debida a esta causa

Según su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, “cada muerte es una tragedia.

Pese a la magnitud de estas cifras y a su enorme transcendencia en términos de salud pública, el suicidio sigue siendo un tema tabú del que apenas se habla. No obstante, desde hace años se considera imprescindible la visibilización de esta realidad.

Durante mucho tiempo se ha mantenido la idea de que hablar del suicidio induce al suicidio. Hoy la postura científica internacional es firme y tajante: hay que dialogar sobre ello, lo importante es cómo hacerlo para no aumentar el número de casos

“Una comunicación apropiada permite saber que las crisis de suicidio son pasajeras, así como incluir historias de esperanza y recuperación, recursos de ayuda o señales de alarma que ayuden a identificar a aquellos individuos que puedan encontrarse en esta situación”, comenta Al-Halabí.

Los expertos reivindican la necesidad de hablar sobre ello como herramienta para hacerle frente, pero de manera responsable y sin caer en sensacionalismos, y siempre acudiendo a fuentes fiables.

Las claves son evitar describir y dar detalles sobre el método empleado, así como la publicación de fotografías o notas suicidas, y aportar recursos de ayuda, como líneas telefónicas o servicios sanitarios

En el texto se exponen orientaciones y ejemplos de lo que debe y no debe hacerse a la hora de informar sobre esta problemática:

“Es imprescindible la implicación y colaboración directa de los medios de comunicación. Debemos dotarnos de nuevas reglas para el tratamiento informativo que hagan llegar a la población la información adecuada sobre los recursos disponibles y ayuden a cumplir los objetivos de prevención. El silencio informativo no es una opción. El sensacionalismo, tampoco”.

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