La vacuna de la fiebre amarilla y protegerse frente a la malaria son dos precauciones clásicas para quienes viajan a algunos destinos turísticos.
A ellos hay que añadir evitar hacerse una selfi desde emplazamientos tan espectaculares como arriesgados. Así lo demuestra un estudio de la Fundación iO, especializada en Medicina Tropical y del Viajero, que revela que entre enero de 2008 y el pasado mes de julio han muerto en el mundo al menos 379 personas —uno cada 13 días de media— por este motivo
La tendencia es ascendente y, tras un breve paréntesis por la pandemia, ha resurgido con fuerza en los primeros siete meses del año, en los que ha habido 31 accidentes mortales —uno por semana— pese a las numerosas restricciones de viaje aún vigentes.
“Es un problema emergente que, por las dimensiones que ha adquirido, ya puede considerarse de salud pública. El estudio nos ha ayudado a dimensionarlo y es el primer paso para tomar medidas con las que hacerle frente”, sostiene Manuel Linares Rufo, presidente de la Fundación iO e investigador principal del estudio, el mayor realizado hasta la fecha.
De los fallecidos, 141 eran turistas y 238, población local, lo que evidencia que la tendencia a asumir riesgos es mucho mayor entre los primeros si se tiene en cuenta que solo una pequeña fracción de la población mundial está de viaje en un día determinado.
Pese a la magnitud de estas cifras, el estudio solo recoge la parte más visible del problema debido a sus limitaciones.
Las caídas desde lugares como cataratas, acantilados y azoteas son de largo la causa que más a menudo acaba por convertir la ansiada foto en tragedia, con 216 casos. Les siguen los accidentes relacionados con medios de transporte (123), los ahogamientos (66), las armas de fuego y electrocuciones (24 cada una) y las heridas recibidas al fotografiarse con animales salvajes (17).
Por edades, los accidentes mortales son más frecuentes entre adolescentes de hasta 19 años (41% del total) y veinteañeros (37%) —la edad media de los fallecidos es de 24,4 años—, mientras la proporción entre hombres y mujeres es de tres a dos.
Las noticias sobre estos sucesos han tenido una notable repercusión en los últimos años, especialmente cuando las víctimas son personas muy conocidas en las redes sociales.
El psiquiatra Enrique García Bernardo engloba el incremento de las muertes por selfis en un fenómeno global en el que las redes han tenido un papel importante: “Estas imágenes se han convertido en una forma rápida de obtener un reconocimiento inmediato, fácil y superficial.
Lo que más cotiza son los seguidores y likes, y no el logro a través de lo más elaborado. Es un mecanismo social de reafirmación que se ha extendido en los últimos años. Sobre esto, hay personas más proclives a incurrir en conductas de riesgo.
Tomar la imagen más audaz no es el único riesgo que asumen algunas personas. La taiwanesa Gigi Wu era conocida por su afición a subir montañas en bikini y fotografiarse en las cumbres, a menudo nevadas, en unas llamativas composiciones visuales. Falleció en enero de 2019 tras caer por un barranco.