No es la primera vez que la ciencia relaciona una dieta saludable con una mayor esperanza de vida. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista PLOS Medicine da un paso más y establece, mediante un simulador online de acceso público, el aumento de esta mejora en el caso de cambios prolongados en la ingesta de alimentos.

Según reportaje de la agencia española SINC, Lars T. Fadnes, profesor en la Universidad de Bergen, se calcula que cada año en el mundo los factores de riesgo dietéticos causan 11 millones de muertes y 255 millones de años de vida perdidos debido a enfermedad, discapacidad o muerte prematura.

En el caso de las personas mayores, el aumento previsto de la esperanza de vida gracias a estas modificaciones sería menor, pero aun así sustancial: unos 8 años a los 60 y unos 3 a los 80 años

Los científicos utilizaron los análisis existentes y los datos del estudio de la Carga Global de Enfermedades de 2019 para construir un modelo que permite la estimación instantánea del efecto sobre la esperanza de vida de una serie de cambios en la dieta.

Las mayores ganancias se obtendrían comiendo más legumbres (2,2 años en mujeres y 2,5 en hombres), más cereales integrales (2 años en mujeres y 2,3 en hombres), más frutos secos (1,7 años en mujeres y 2 en hombres), menos carne roja (1,6 años en mujeres y 1,9 en hombres) y menos carne procesada (1,6 años en mujeres y 1,9 en hombres).

“Entender el potencial de los diferentes grupos de alimentos podría permitir a las personas obtener beneficios de salud factibles y significativas”, añade Fadnes.

Los autores consideran que, si bien los estudios anteriores proporcionan medidas resumidas de la salud de la población que son relevantes a la hora de comparar sistemas sanitarios, “ofrecen información limitada sobre el impacto en la salud de otras dietas, y pocas personas son capaces de adherirse a enfoques estrictos de maximización de la salud”.

“Hasta ahora, las investigaciones han demostrado los beneficios para la salud asociados a grupos de alimentos separados o a patrones dietéticos específicos, pero han dado poca información sobre el impacto de otros cambios en la dieta. Nuestra metodología de modelización ha llenado ese vacío”, continúa el experto noruego.

A %d blogueros les gusta esto: