El virus del papiloma humano es un patógeno de transmisión sexual muy común en todo el mundo: se estima que la mayoría de las personas son infectadas en algún momento de su vida.
Hace más de 40 años se descubrió que este virus era el responsable del cáncer de cuello uterino, el cuarto cáncer más común en mujeres. Xavier Bosch, investigador emérito en el Instituto Catalán de Oncología contribuyó decisivamente a este hallazgo, lo que supuso el punto de partida necesario para el desarrollo de la vacuna.
Gracias a la vacunación y a los sistemas de detección precoz existentes en la actualidad, se cree que es posible erradicar esta enfermedad del mundo. Sin embargo, todavía cada año más de 300,000 mujeres mueren por cáncer de cuello uterino, y se estima que más del 85 % de estas defunciones se dan en los países empobrecidos.
En los 80 se empezó a desarrollar la tecnología de diagnóstico molecular, que ahora es tan frecuente. En aquel momento, se propusieron los primeros análisis para identificar el ADN o ARN del virus del papiloma en muestras de mujeres con y sin cáncer. Empezamos haciendo algunos estudios en España y en América del Sur porque eran países en los que había una incidencia muy diferente: muy frecuente allí y relativamente raro en las españolas.
En América Latina, la autonomía y la libertad de comportamiento sexual era mucho más tolerante y mucho más desarrollado que el que teníamos en España en aquella época, dijo.
Agregó que, sin embargo, lo que sí confirmamos es que, tanto en un país como en otro, las mujeres con la enfermedad eran las que habían estado infectadas por el virus del papiloma humano.
Y esto, de alguna manera, fue la base que empujó a diferentes grupos y a diferentes empresas a hacer investigación para incorporar las pruebas de análisis de ADN viral a la rutina de las visitas ginecológicas de prevención de cáncer de cuello y, más adelante, a preparar vacunas para la prevención de la infección.
La preparación de las vacunas del papiloma desarrolló toda una tecnología muy nueva, de forma que se logró un compuesto extraordinariamente eficaz. Llevamos ya 150 millones de personas vacunadas, durante 10 o 12 años de seguimiento, lo que ha confirmado que la vacunación precoz protege a las mujeres del cáncer invasor de cuello uterino, afirmó el investigador.
Concluyó diciendo que estos cientos de millones de dosis puestas nos aseguran una y otra vez que las personas vacunadas adquieren una protección que es imposible adquirir de cualquier otra manera.