La manipulación genética de alimentos, plantas o microorganismos presenta ventajas y plantea retos a partes iguales, según se reseña en un artículo publicado por el periódico español “El País”.

De acuerdo con la publicación, científicos en todo el mundo han manipulado organismos para hacerlos capaces de degradar compuestos tóxicos, destruir plásticos o que puedan capturar gases de efecto invernadero son recursos muy valiosos para mitigar los problemas ambientales, pero el atractivo de estos organismos modificados ha aumentado a la par que lo ha hecho la preocupación social y la oposición ante los mismos.

En el Centro Nacional de Biotecnología, el laboratorio que dirige Víctor de Lorenzo ha desarrollado junto a Natalio Krasnogor, de la Universidad de Newcastle, fue generada una técnica que utiliza códigos de barras para identificar células y así rastrear aquellos microorganismos que han sido modificados genéticamente.

“En realidad nuestro identificador no es una huella digital como tal”, indica De Lorenzo. Y prosigue: “Lo que hacemos es insertar en el genoma del microorganismo una secuencia de nucleótidos que no tiene función biológica y que es única en la biosfera, de manera que se pueda acceder a través de este identificador a toda la información disponible sobre el organismo.

Se quiere saber qué se ha modificado, cómo, cuándo y la autoría de quien lo ha hecho. Para eso se ha generado CellRepo, de manera que su promotor dice que así podemos saber qué habría que hacer en el caso de que no se encuentre donde debería: si existe algún peligro biológico, si tiene alguna resistencia antibiótica… y, sobre todo, podemos trazar de dónde viene esa bacteria, y podemos establecer la responsabilidad en caso de que algo vaya mal.

Pese a tratarse de una idea que beneficia a investigadores y ofrece tranquilidad a la población, CellRepo deberá enfrentarse a grandes retos para asentarse como una opción factible. Luis Serrano Pubull, director del Centro de Regulación Genómica de Barcelona y experto en biología sintética, señala que las dificultades de CellRepo residen en su aceptación.

Ahora sólo falta que la comunidad científica acepte esta propuesta. Lo cual todavía entraña cierta dificultad.

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