La luz atrae y desorienta a las aves, lo que a menudo les provoca no solo lesiones, sino también muertes cuando colisionan contra los edificios.
Por esa razón, los pájaros intentan evitar en gran medida la luz durante la temporada de cría, pero también lo hacen en otros momentos del año.
Durante la migración, sin embargo, las aves viajan a través de amplios territorios, incluyendo áreas pobladas que tienen mayores niveles de contaminación lumínica y no siempre pueden eludir estas zonas.
De acuerdo con una publicación hecha por la revista SINC, además, en regiones como el sureste de Estados Unidos, México y Centroamérica, consideradas como importantes corredores migratorios, estos niveles han aumentado hasta un 16 % de la superficie terrestre durante las últimas dos décadas.
Solo en el 7 % de la superficie terrestre de América se han reducido los niveles de contaminación lumínica, gracias al descenso de la población y al deterioro urbano en zonas como el noreste de Estados Unidos, por ejemplo, según indica un nuevo estudio, publicado en la revista Ecosphere.
Para los científicos del Laboratorio de Ornitología de Cornell y la Universidad de Colorado esta tendencia supone una verdadera amenaza para las aves que vuelan de noche durante la migración de primavera y otoño e incluso durante las temporadas no migratorias.
El estudio utilizó datos de eBird, un programa de ciencia ciudadana del Laboratorio Cornell en el que los observadores de aves voluntarios introducen sus observaciones desde cualquier parte del mundo, para generar estimaciones semanales de la abundancia relativa de las 42 especies comprendidas en el estudio.
Los autores cruzaron estos datos de abundancia con las mediciones por satélite de la contaminación lumínica de 12 meses, recopiladas a lo largo de un periodo de 22 años.
Los científicos descubrieron que todas las especies estudiadas se encontraban en regiones con niveles crecientes de contaminación lumínica.
Los mayores aumentos se produjeron durante la migración, especialmente en el caso de las aves que migraban a través de Centroamérica.
“Invertir las tendencias de contaminación lumínica en Centroamérica, especialmente durante la primavera, y poner en marcha programas de apagado de luces durante los periodos de migración intensa podría salvar a un número considerable de aves migratorias”, comenta Kyle Horton, de la Universidad Estatal de Colorado y coautor del trabajo.
Gracias a este estudio, los científicos pueden determinar mejor dónde y cuándo es probable que las aves se encuentren con la contaminación lumínica existente o en aumento. Por eso esperan que se realicen esfuerzos más eficaces para reducir los riesgos y aumentar la supervivencia de estos animales.