Desde hace años, el sueño de curar el cáncer pasa por comprender y eliminar la metástasis. Esta capacidad permite que un tumor envíe células a los vasos sanguíneos para que aniden en otros órganos y originen nuevos tumores. Nueve de cada 10 muertes por cáncer se deben a este proceso.

Un estudio desvela que esta expansión por el organismo es más agresiva durante el sueño, un dato sorprendente que puede tener importantes implicaciones para el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, según ha publicado el diario español “El País”.

Hasta ahora, se pensaba que los tumores emiten células cancerosas a la sangre de forma constante, sin importar la hora del día. El equipo del oncólogo suizo Nicola Aceto tomó dos muestras de sangre a 30 mujeres con cáncer de mama con y sin metástasis; una a las 10 de la mañana y otra a las cuatro de la madrugada.

Los resultados muestran que los niveles de células tumorales en sangre son mucho mayores de noche y que además estas células nocturnas son mucho más agresivas.

Ante la imposibilidad de marcar y seguir el destino de cada una de las células malignas detectadas en las pacientes, los investigadores han recurrido a un conjunto de experimentos en ratones. Estos animales son nocturnos, pero también en estos roedores las células tumorales resultaron mucho más activas de día, durante los periodos de descanso.

Las células tumorales extraídas durante el sueño son capaces de causar metástasis si se inyectan a ratones sanos, algo que no sucede con las obtenidas durante las horas de actividad.

Tanto en humanos como en ratones, dichas células malignas tienen activados genes que favorecen la proliferación celular, un mecanismo que alimenta el crecimiento de los tumores. El trabajo se publica este miércoles en Nature, referente de la mejor ciencia mundial.

Este estudio aporta una nueva clave de la relación entre el cáncer y el ritmo circadiano, el reloj interno que dicta los periodos de actividad y descanso físico y mental durante las 24 horas del día. Este ciclo está íntimamente conectado con los periodos de día y noche en la Tierra y su alteración por el trabajo o la luz artificial está relacionada con muchas enfermedades, incluido el riesgo de cáncer de mama, próstata, colon, hígado, páncreas o pulmón. Los empleos con horarios nocturnos que alteran los ritmos circadianos son “probablemente carcinógenos”, la segunda categoría más peligrosa entre cuatro, según el baremo de la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer, dependiente de la ONU.

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