En México, 80 por cada 100 mil mujeres pueden llegar a estar en riesgo de morir por embarazo. Hace 30 años eran tres o cuatro veces más.

Los extremos de la vida reproductiva son un factor de riesgo para que un embarazo presente complicaciones tanto para la madre como para el feto, advierte la doctora Zarela Lizbeth Chinolla.

Cuando habla de extremos de la vida reproductiva, la académica de la Facultad de Medicina de la UNAM se refiere a menores de 19 años y mayores de 35 que se embarazan.

En embarazos de adolescentes y sobre todo de mayores de 40 años, aumenta el riesgo de preeclampsia y diabetes estacional en la madre, así como el riesgo de que el bebé presente alteraciones cromosómicas (síndrome de Down, por ejemplo), que nazca prematuro o que el embarazo termine en cesárea.

Chinolla Arellano, médico obstetra con especialidad en biología de la reproducción, advierte que el embarazo de alto riesgo puede también conllevar la muerte de la madre y/o el bebé.

Si la madre es hipertensa o diabética, o padece obesidad o alguna enfermedad inmunológica “aumenta mucho el riesgo”. Puede presentar preeclampsia con severidad, lo cual puede dañar sus órganos y causar alteraciones en plaquetas y líneas celulares en la sangre. Esto puede implicar incluso un desprendimiento de placenta, poniendo en riesgo su vida y la del bebé.

Si hay preeclampsia y el embarazo aún es “muy pequeño” aumenta el riesgo de un nacimiento prematuro y, en consecuencia, a veces no hay posibilidad “de generar un parto”; entonces se recurre a la cesárea, cirugía que aumenta el riesgo de muerte. Sólo por el antecedente de preeclampsia, muchas mujeres terminan además como “hipertensas crónicas”.

No se sabe con exactitud cuántas embarazadas adolescentes hay en México, pero la proporción de las que llevan su embarazo a término es de 13.7 de cada 1000 mujeres adolescentes.

En términos globales, más o menos 70 por cada 100 mil mujeres pueden llegar a tener un riesgo de muerte por embarazo. En el primer trimestre de 2021, se reportó un 8% de muerte materna entre las mujeres embarazadas que se sometieron a un aborto a causa de embarazo ectópico. En el segundo trimestre de aquel año, se reportaron defunciones por hipertensión en 28 de cada 100 mil pacientes.

En muchas partes del país no hay un diagnóstico eficaz porque muchas embarazadas no tienen acceso a marcadores específicos que se pueden tomar en la sangre ni a ultrasonidos para determinar el riesgo de presentar preeclampsia, o ni siquiera cuentan con un aparato para tomarse la presión en casa.

Cuando llegan a consulta, muchas de ellas presentan ya un cuadro de hipertensión severo, incluso con problemas renales graves.

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