En Chichen Itzá puedes contemplar el glorioso fenómeno del descenso de la serpiente, un hipnótico juego de luces y sombras que da la ilusión de ver reptar a una serpiente repta desde la cima de la pirámide. Pero también hay otro fenómeno complejo, no es aleatorio, sino la muestra de la inteligencia, el diseño y capacidad de los ingenieros de la cultura maya.
Otro de los fenómenos del Templo de Kukulkán, es que si aplaudes frente a la pirámide se escucha el canto de un quetzal. Se cree que muy pocos científicos se han dado a la tarea de estudiar el tema, pero más bien es todo lo contrario.
Muchos investigadores se han dado a la tarea de estudiar los efectos acústicos en zonas arqueológicas de México. La importancia de la acústica en las culturas prehispánicas tiene su propia especialización, la acústica arqueológica o arqueoacústica.
Esta rama de la acústica es aplicada a la arquitectura y estudia el control acústico en construcciones, bien sea para lograr un adecuado aislamiento acústico entre diferentes recintos o para mejorar el acondicionamiento acústico en el interior de edificios.
El sonido que emite la pirámide de Chichén Itzá llamado “la cola de quetzal” es un efecto de barrido acústico producido al aplaudir frente a la escalinata principal, como resultado de la interacción del campo acústico generado por el aplauso con la estructura periódica de las escaleras.
Hay muchas explicaciones científicas, y otras no tanto, sobre cómo se da este fenómeno. Lo que no se ha podido saber es si los arquitectos mayas sabían lo que estaban haciendo al sellar una dicha impresión acústica en la pirámide.
Hay científicos que defienden, con fórmulas y simulaciones, cómo se creó este efecto de sonido tan peculiar. Por supuesto, hay quienes consiguieron demostrar como las ondas de sonido rebotadas alrededor de la escalinata de la pirámide, creaban sonidos que representan el canto del quetzal.
Sus cálculos y simulaciones acústicas muestran que hay evidencia de que la pirámide fue construida para producir sonidos sorprendentes, pero que probablemente jamás pudieron predecir con exactitud qué sonidos iban a producir.
Contra este escepticismo, se recalca que dicho efecto se produce también en otros sitios en Mesoamérica, en particular en Teotihuacán, en donde el quetzal ocupa un lugar fundamental en la simbología, da pie a estudiar si existe una relación explícita entre los edificios en donde efectivamente aparece este efecto y su función religiosa.
Hasta el día de hoy no se ha legado a un consenso que explique este fenómeno a pesar de los numerosos estudios realizados. Como sea, el “canto” del quetzal es impresionante. El sonido que emite la escalinata hace que se regrese como una onda hermosa y nítida.