De acuerdo con la Gaceta UNAM, México sufre de una grave inseguridad alimentaria debido a que nos hemos convertido en el principal importador de granos básicos del mundo.

En el XLII Seminario de Economía Agrícola, su co-coordinador, Uberto Salgado Nieto, expuso que en esta temática el año 2020 ya se antojaba complicada, pero que 2022 llegó con un nuevo contexto de espirales inflacionarias como consecuencia de desajustes en el sistema agroalimentario mundial, exacerbadas por conflictos bélicos –principalmente el de Rusia y Ucrania–, y el cambio climático, que ha afectado a diversas regiones a nivel global, con sequías que están dejando en condiciones catastróficas a buena parte de la población, por ejemplo, en la región africana.

En la inauguración del encuentro organizado por el Instituto de Investigaciones Económicas, Agustín Rojas Martínez, también coordinador del Seminario, recalcó que con la emergencia sanitaria los hogares en mayor grado de vulnerabilidad se vieron afectados y se redujo la posibilidad de acceso a la comida.

Tal fenómeno se relacionó también con la disponibilidad de alimentos, porque la pandemia generó una parálisis de la producción primaria, y los sistemas de abasto y distribución se reconfiguraron.

La seguridad alimentaria en el país se ha visto vulnerada. Por ello, se ha convertido en un reto que debemos enfrentar, y asumir que se requiere buscar alternativas para revertir tal condición. “Esperamos que este espacio sirva para encontrar propuestas y contribuir de forma directa en la problemática”.

Es claro que, en México, la seguridad alimentaria implica la importación de los alimentos para aprovechar los precios bajos que provienen del mercado norteamericano; el maíz blanco para consumo humano es un ejemplo claro.

“No tendríamos por qué importar el grano, ya que todas las entidades federativas tienen características para producir alguna de las 55 especies, pero a través de los tratados y acuerdos de libre comercio se ha obligado al país a ser dependiente”.

Cada vez más, a partir del comercio, los productores han sido desplazados. “Nos hemos convertido en una especie de agromaquiladores, porque importamos materias primas, maquinaria, el esquema productivo sustentado en agroquímicos, y todo ello ha conducido a la devastación del campo mexicano”. Así, la industria alimentaria, la de las grandes empresas, crece de manera significativa, pero no el sector agropecuario.

Juan Luis Hernández Pérez, profesor de la FE y de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, dijo que previo a la emergencia sanitaria ya existía una crisis severa a nivel mundial en términos agroalimentarios, reflejada en millones de personas que padecían hambre.

A ello se han sumado factores como la recesión económica, conflictos armados, sequías y la devaluación de las monedas locales, entre otros.

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