De 2010 a junio de 2022, las autoridades mexicanas han asegurado casi 700 laboratorios clandestinos en el estado de Sinaloa y en municipios colindantes como Tamazula, Durango, según datos de la Secretaría Nacional de Defensa compartidos con InSight Crime. Esto equivale al 46 por ciento de todos los laboratorios clandestinos que se han asegurado en el país.
Debido a la intensidad del olor que desprenden, los establecimientos para la producción de metanfetamina normalmente se ubican en zonas rurales y alejados de grandes poblados. No obstante, suelen estar lo suficientemente cerca de algún centro urbano, como la ciudad de Culiacán, donde se acopia la droga y se transforma a “cristal”, para ser después distribuida en el mercado nacional o traficada a la frontera con Estados Unidos.
Estos procesos son un riesgo para el medio ambiente. Según el más reciente Informe Mundial de Drogas de las Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito, por cada kilogramo de metanfetamina producido se desechan hasta 10 kilogramos de sustancias químicas.
La mayoría de estas son ácidos, solventes y aglutinantes, pero también se termina desechando una proporción considerable de precursores y pre-precursores químicos como metilamina, cianuro de sodio y ácido fenilacético, también se descartan.
Estas sustancias pueden tener un impacto nocivo en la calidad de los suelos y el agua, según comentó a InSight Crime un docente de química en una universidad del noroeste del país, que prefirió no ser nombrado por razones de seguridad.
Investigadores consultados agregaron que el desecho de sustancias químicas a cuerpos de agua puede ocasionar que estas sean absorbidas en cultivos agrícolas y que contaminen las fuentes de agua potable en comunidades cercanas a los laboratorios.
En el caso de México, quienes trabajan en los laboratorios clandestinos usualmente no son químicos especializados, por lo que los procesos de limpieza, manejo y desecho de sustancias no suelen ser adecuados, según varias entrevistas de InSight Crime con autoridades y expertos en química en el país.
Hasta ahora no existe un estudio que haya medido de manera sistemática los impactos ambientales de la producción ilícita de drogas sintéticas en México. Sin embargo, activistas en Sinaloa dedicados a la conservación ambiental sugirieron a InSight Crime que estos daños ya son observables.