En reciente edición, el periódico español “El País” retrata la forma como han proliferado los puestos de ropa de segunda mano y se ha puesto de moda que los jóvenes sean los principales clientes de la reutilización de las prendas de vestir.

Abrigos de visón, jerséis de marca, pantalones vaqueros, chaquetas de pana… todo tiene cabida en los puestos de ropa de segunda mano del Rastro de Madrid. Todos los domingos, centenares de personas acuden a este emblemático mercadillo de la capital en busca de gangas o para comprar productos únicos que son difíciles de encontrar en las tiendas habituales. Pero, desde hace unos meses, los más jóvenes lo visitan con dinero suficiente como para renovar por completo su armario.

Pero no hace falta esperar al domingo para hacer un cambio de armario. Es sábado y decenas de personas visitan la tienda de Humana en el número 5 de la madrileña calle de Luchana en busca de los mejores productos. Cada día, esta tienda de ropa de segunda mano tiene ofertas diferentes: un día está todo a 1 euro, al siguiente a 2 o a 3.

Entre los compradores de este tipo de productos están los que los eligen por un tema de concienciación y de sostenibilidad. Como muchos otros, los compradores acuden a tiendas como Humana u otras similares repartidas por la capital teniendo como prioridad “un gesto con el que siento que no le estoy haciendo daño al planeta y eso me hace sentir bien”.

En cualquier caso, no hace falta salir de casa para comprar este tipo de productos. Cada vez son más las empresas que se lanzan al mundo virtual. Otras, como Vinted, hacen de intermediarios para la compraventa de ropa de segunda mano. Actualmente, esta plataforma tiene seis millones de usuarios registrados en España; a nivel europeo, es el mercado de moda y estilo líder, con más de 75 millones de personas en 18 países, según datos de la empresa.

Pero… ¿Y por qué ahora los jóvenes van a la búsqueda de este tipo de ropa? Marta Domínguez Riezu, experta en moda y autora del libro La moda justa lo explica: “Entre un cierto segmento de los jóvenes existe la curiosidad por ideas y objetos de otras épocas: libros, películas, discos de vinilo… Es parte de la construcción de la identidad y de la integración en el grupo, con prendas que explican cosas de ti que la ropa nueva no puede hacer”.

Da igual si es por concienciación ambiental, ahorro monetario o intentar ser diferente a los demás, cada vez son más los jóvenes que toman la decisión de apostar por la ropa de segunda mano y regresar a modas pasadas.

Ponerse algo que ha llevado otra persona que no conocen, ni es de pobres, ni les supone ningún tipo de problema, afirma Domínguez Riezu, para quien es positivo que este estigma haya desaparecido, ya que los consumidores tenemos cierto poder: “Es básico: comprar mucho menos y comprar mucho mejor”.

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