No pocoas investigaciones han demostrado una intensa relación y dependencia entre el sistema intestinal y el cerebro. Además de que ambos tienen neuronas, celulas que anteriormente se creía sólo teníamos en la cabeza, dos estudios que confirman que la diversidad de la microbiota intestinal está involucrada de alguna manera en trastornos del estado de ánimo.
Un artículo publicado por el periódico español “ABC” señala que cada vez hay más evidencias, articularmente en modelos animales, de que la diversidad y composición de la microbiota intestinal puede influir de alguna manera en la actividad cerebral y el comportamiento.
Es una buena noticia teniendo en cuenta que la depresión es uno de los trastornos mentales más comunes en todo el mundo. Se ha sugerido que entre un 11-15% de la población mundial ha podido sufrir depresión en algún momento a lo largo de su vida.
Se indica que a principio de 2019, se publicó un macroestudio con más de mil pacientes en el que se correlacionaba la composición de la microbiota intestinal con la calidad de vida y la depresión.
Los investigadores encontraron que las bacterias Faecalibacterium y Coprococcus, productoras de butirato, se asociaban de forma consistente con indicadores de una buena calidad de vida. Por otra parte, las bacterias Dialister y Coprococcus estaban disminuidas en las personas con depresión.
Aunque los mecanismos biológicos subyacentes no han sido aun suficientemente estudiados, se sabe que muchas de estas bacterias están involucradas en la síntesis de glutamato, butirato, serotonina y ácido gamma aminobutírico (GABA), que son neurotransmisores claves en la depresión.
El glutamato es un neurotransmisor excitador y el butirato ha demostrado ser antidepresivo. La serotonina puede ser el neurotransmisor clave del eje intestino-cerebro y GABA es el principal neurotransmisor inhibidor del sistema nervioso central que contrarresta la acción del glutamato.
Aunque no se cuenta con una posición definitiva y todavía estamos muy lejos de posibles tratamientos contra la depresión basados en intervenciones de la microbiota, queda claro que este es uno de los caminos sobre las cuales la ciencia debe seguir transitando para encontrar un tratamiento adecuado a contra la depresión que sigue siendo uno de los grandes problemas humanos todavía sin resolver.
No obstante, estos nuevos trabajos ofrecen resultados contundentes en más de 5,000 muestras del vínculo entre la composición de la microbiota intestinal y la depresión más allá de las diferencias culturales, genéticas y de estilo de vida de distintos grupos étnicos.

A %d blogueros les gusta esto: