En recientes días nos hemos enterado de la tragedia humana a causa de los terremotos en Turquía y Siria, uno de los peores desastres de la naturaleza.
Uno de los papeles que pudiera asumir la perspectiva científica es la de encontrar señales que nos permitan, en la medida de lo posible, anticiparnos para estar en mejores condiciones de enfrentar los retos de la naturaleza.
El periódico español “ABC” ha publicado su sitio de internet que: “como si lo supieran”, miles de pájaros revoloteaban nerviosos, comportándose de forma anómala minutos antes del gran sismo.
Minutos antes de los temblores, algunos vídeos mostraban supuestamente el extraño modo de actuar de las aves, como augurando una amenaza que ni los mejores geólogos del mundo fueron capaces de predecir. Y es que los terremotos siguen siendo aún hoy los desastres naturales más difíciles de anticipar, con desastrosas consecuencias como el hundimiento de edificios, ciudades devastadas y un daño humano incalculable.
Eulalia Masana, catedrática de Geodinámica Interna en la Universidad de Barcelona (UB), explica que no está demostrada la capacidad anticipatoria de las aves ni otras especies ante estas situaciones, en las que, destaca, el ser humano ha avanzado muchísimo en su comprensión durante las últimas décadas, a pesar de que todavía se desconocen multitud de detalles.
El profesor Daniel Sol, del Departamento de Biología Animal de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) sostiene que no ve nada raro en la actitud de estos animales en las imágenes citadas.
El número de anécdotas sobre el comportamiento inusual de los animales, previo a un movimiento sísmico, es inagotable: pájaros que dejan de cantar, perros que emiten aullidos, gatos que se refugian sin motivo. No existe unanimidad científica a la hora de vincular esta conducta con algún sentido altamente desarrollado, pero algunas instituciones como el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) consideran que existen evidencias suficientes para plantear el debate.
El estudio más reciente al respecto fue desarrollado en 2020 por Martin Wikelski, galardonado científico alemán del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal, que analizó los niveles de actividad de un grupo de animales domésticos (vacas, ovejas y perros) antes de varios terremotos, decretando que sus tiempos de anticipación variaban de una a 20 horas, con una relación inversamente proporcional a la distancia de los epicentros.
El estudio concluyó que existen “patrones estadísticamente confiables de actividad pre sísmica en animales” que podrían generar “información valiosa para la predicción de terremotos”.
