La resistencia de las nuevas generaciones a formalizar sus relaciones de pareja a través de la figura del matrimonio responde a que la gran mayoría de las y los jóvenes no quieren asumir responsabilidades socioafectivas a largo plazo, además de que la influencia religiosa es menos determinante y las limitaciones económicas les impiden sostener un proyecto de vida en colectivo.

De acuerdo con Andrea Kenya Sánchez Zepeda, investigadora de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM, estamos ante un fenómeno sociológico con un cambio cultural significativo, en el que el matrimonio como institución legal deja de ser opción como proyecto de vida y se transita hacia la construcción de nuevas relaciones de pareja basadas en la unión libre, pero con un enfoque limitado sobre derechos y libertades.

“En este cambio cultural se observa claramente una falta de compromiso y de asunción de responsabilidad socioafectiva, en el que todo se quiere reducir a un tema de libertades. Todo enfoque de libertades y derechos humanos debe tener un límite. No es nada más que estas generaciones se sientan más libres para iniciar relaciones cuando quieran y concluirlas en cualquier momento, sólo porque ya no se sienten a gusto. Hay un piso de irresponsabilidad socioafectiva que también va diluyendo cualquier compromiso”, recalcó.

También advirtió que las nuevas generaciones asumen las libertades pero no los compromisos, por lo que muchas de las relaciones hoy en día se han ido al extremo y están basadas en la inmediatez, lo efímero, la cosificación y la virtualidad, lo que incide directamente en cómo se construyen esas relaciones sociales impersonales, lo que está directamente relacionado con no querer asumir una responsabilidad socioafectiva respetuosa y digna.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en los últimos 20 años hay una clara tendencia a la baja en el número de matrimonios que ha habido en el país, pues mientras que en el 2000 se registraron oficialmente 707,422, en 2021 la cifra fue de 453,085 matrimonios registrados.

Quintana Roo, Campeche y Sinaloa son los estados en donde se registra un mayor número de matrimonios, mientras que la cantidad es menor en Ciudad de México, Hidalgo y Chiapas.

La académica destacó que el factor económico también es determinante en la forma en que se concibe la vida en pareja y la vida en matrimonio, toda vez que se han recrudecido las condiciones económicas, la vida cuesta más y, por tanto, hay que redoblar esfuerzos para poder salir adelante, y tanto hombres como mujeres enfrentan serios problemas para obtener ingresos suficientes y se colocan en una situación de vulnerabilidad y riesgo social que les impide sostener su proyecto de vida en colectivo.

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