Los países nórdicos siempre ganan en la carrera de la felicidad. Finlandia ocupó el primer puesto por sexto año consecutivo en 2023, seguida de Dinamarca e Islandia. Pero, ¿por qué son tan felices?

Algunos dicen que es porque son pequeños, homogéneos y ricos.

Pero según el Informe sobre la Felicidad en el Mundo, estas teorías son inexactas, pues Singapur, uno de los más ricos del mundo, ocupa el puesto 25, mientras que Arabia Saudí, el séptimo más rico del mundo, ocupa el 26.

La ciencia lleva años diciéndonos que la genética desempeña un papel a la hora de explicar la satisfacción de las personas con su vida. Sin embargo, los estudios nos dicen que entre el 60 % y el 70 % de la diferencia de felicidad entre las personas se debe a factores externos, de modo que sólo el 30 % o 40 % restante es atribuible a la genética.

Otros análisis muestran que el efecto de la diversidad étnica en la confianza social pierde importancia cuando existen instituciones gubernamentales de calidad. Y esto nos lleva al elemento aglutinante de la felicidad nórdica: la confianza.

Por primera vez en 2023, el Informe sobre la Felicidad en el Mundo evaluó el tamaño de la brecha de felicidad entre las mitades más y menos felices de la población. Una clasificación más alta significa una menor desigualdad en la felicidad.

“Y resulta que la gente es más feliz viviendo en países donde la brecha de la felicidad es menor. ¿Y dónde es menor la brecha de la felicidad? Pues en los países felices”, declaró Helliwell a Euronews Next.

Por el contrario, Afganistán también tenía una de las brechas de felicidad más pequeñas en el estudio de 2023, “pero por la peor de las razones: nadie es feliz”.

Tienen un impacto importante y positivo en la satisfacción vital. Tanto, de hecho, que el Índice de Percepción de la Corrupción puede funcionar como predictor de quién ocupará los primeros o los últimos puestos de la clasificación de la felicidad.

Los datos muestran que la gente está más satisfecha con su vida en los países donde hay calidad institucional. Esto suele dividirse en calidad democrática y calidad de ejecución.

Esta última es la que está más fuertemente relacionada con la felicidad ciudadana, según el WHR: buenas pensiones, permisos parentales generosos, manutención de enfermos y discapacitados, sanidad y educación gratuitas, prestaciones de desempleo sólidas, etc.

Las instituciones gubernamentales de calidad consiguen que los niveles de desigualdad sean muy bajos, y eso hace felices a los ciudadanos porque sienten que pueden confiar en sus instituciones públicas.

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