Un nuevo informe de la ONU sobre la situación mundial del tráfico de cocaína revela niveles récord de producción en América Latina, un aumento sostenido de la pureza de la cocaína en Europa y un salto colosal en las incautaciones de droga en África, según un reporte del sitio especializado, Insight-Crime.
Según los datos del informe, ni siquiera la pandemia por COVID-19 detuvo la producción de cocaína en el mundo que alcanzó la cifra de 2.000 toneladas para el 2020 y la más alta hasta ahora. Un incremento de 2.000 toneladas respecto al año anterior a la pandemia y el doble desde 2014, cuando la producción empezó su imparable ascenso.
Para 2022, el mayor productor de cocaína en el mundo, Colombia, registró un crecimiento del 43% de hoja sembrada, unas 204,000 hectáreas, así como mayor eficiencia en la extracción de la hoja de coca, especialmente en las zonas clave de producción. Del mismo modo, las incautaciones de cocaína aumentaron en el país hasta alcanzar las 671 toneladas métricas, según el Balance de Incautaciones de Cocaína de InSight Crime para 2022.
El informe también reconoce el mérito de las autoridades de todo el mundo al afirmar que «las interceptaciones por parte de las fuerzas del orden también han aumentado, a un ritmo superior al de la producción», lo que ha contribuido a frenar la cantidad de cocaína disponible para el consumo.
En 2022, el Informe Europeo sobre Drogas afirmaba que la mitad de los países encuestados registraban una pureza media de la cocaína de entre el 53% y el 68%, con hallazgos de hasta el 80%. Los hallazgos en Estados Unidos oscilan entre el 40 % y el 60 %.
En segundo lugar, hay más posibilidades de que la cocaína se corte con otros ingredientes para aumentar su volumen mientras está de camino a Estados Unidos. Los envíos pasan por Centroamérica y México y cambian de manos varias veces, lo que aumenta la probabilidad de contaminación.
En tercer lugar, los grupos europeos, como la ‘Ndrangheta italiana o los grupos albaneses, han establecido rutas y relaciones directas con los traficantes de los países productores.
Mientras que el negocio de la cocaína va bien en Colombia y gran parte de Europa, en Brasil se produjo un descenso durante y después de la pandemia.
Al sur, la frontera entre Chile y Bolivia, una zona ya muy transitada por contrabandistas de todo tipo, se ha convertido en un punto de tránsito crucial para la cocaína y los migrantes. Grupos como el Tren de Aragua de Venezuela, que obligan a muchos migrantes a transportar cocaína a través de las fronteras, han contribuido a que en Tarapacá, norte de Chile, haya registrado niveles alarmantes de homicidios durante gran parte de 2022.

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