Si dentro de ocho años estás navegando por ciertas partes del océano Pacífico, es posible que te lleves un susto.
Según la agencia británica BBC, en su caida, el cielo será rasgado por unas 400 toneladas de metal, que se encenderán por su reingreso a través de la atmósfera. Este furioso infierno se estrellará contra las aguas, en un área de quizás miles de kilómetros de longitud, señalando el final de uno de los mayores proyectos de la humanidad: la Estación Espacial Internacional.
La EEI ha estado orbitando la Tierra desde que comenzó su construcción en 1998 y ha recibido a más de 250 visitantes de 20 países desde que llegó su primera tripulación en noviembre de 2000.
“Realmente es una de las grandes victorias internacionales”, agregó Thomas Zurbuchen, exdirector científico de la Agencia Espacial estadounidense, NASA.
Sin embargo, gran parte de los equipos de la estación tienen décadas de antigüedad, lo que eventualmente podría hacer que se vuelva peligrosa o incluso incontrolable en órbita, algo que ya le sucedió a la estación espacial Salyut 7 de la Unión Soviética en 1985, requiriendo dos cosmonautas para reactivar la estación giratoria.
“No queremos volver a pasar por eso”, dice Cathy Lewis, historiadora espacial del Museo Nacional del Aire y el Espacio de EE.UU.
Para evitar que vuelva a ocurrir una catástrofe de este tipo, la EEI será sacada de órbita en 2031, llevándola a través de la atmósfera para aterrizar de manera segura en el océano Pacífico.
El reingreso será el más grande de la historia y, en marzo, la NASA solicitó fondos al Congreso para comenzar el desarrollo de un “remolcador espacial” que podría ser necesario para realizar la tarea: una nave espacial que puede empujar la estación de vuelta a la atmósfera.
Los enormes cohetes rusos Soyuz llegaron equipos y personal a la EEI desde el inicio del proyecto.
Kathy Leuders, jefa del programa de vuelos espaciales tripulados de la NASA, reveló más tarde que se estimó que el remolque costaría poco menos de US$1.000 millones.
Los eventos comenzarán en 2026, cuando se permitirá que la órbita de la EEI caiga naturalmente por el arrastre atmosférico, bajando de los 400 kilómetros actuales a aproximadamente 320 a mediados de 2030.
