La obesidad sigue siendo una enfermedad multifactorial poco comprendida. Tradicionalmente, su tratamiento se ha reducido a la recomendación de “comer menos y moverse más”, la evidencia científica no ha dejado de demostrar que abogar por “menos plato y más zapato” no es suficiente para mejorar esta pandemia metabólica.
Sabiendo esto, y en busca de tratamientos alternativos, un nuevo estudio presentado en el Congreso Europeo sobre Obesidad celebrado en Irlanda presenta una terapia diferente a las habituales. El equipo de Jacopo Fontana y sus colegas del Instituto Auxológico Piancavallo de Italia ha comprobado que la crioestimulación corporal es efectiva para acelerar la pérdida de peso.
La crioestimulación corporal ha resultado útil como tratamiento complementario para la obesidad, según los investigadores. Y no solo para adelgazar: tanto los niveles de colesterol como triglicéridos en sangre mejorarían el doble en las personas que sufren obesidad y son expuestas al frío extremo durante un corto periodo de tiempo en comparación con el grupo de control.
La activación de ambos sistemas beneficia a la composición corporal, explica el especialista, incluyendo la proporción de tejido adiposo. “
Los investigadores analizaron los efectos de la crioestimulación sobre la composición corporal, presión arterial, frecuencia cardíaca, perfiles lipídicos y hematológicos y el rendimiento físico de 29 voluntarios (12 hombres y 17 mujeres) con obesidad. Todos los participantes fueron hospitalizados para un programa de rehabilitación multidisciplinar, incluyendo un plan de alimentación personalizado, apoyo psicológico y actividad física supervisada.
Los niveles de glucemia en sangre se redujeron un 10.3% en el grupo de intervención frente al 2.8% en el grupo control, y la circunferencia abdominal se redujo cuatro veces más rápido, un 5,6% en comparación al 1,4% del grupo control. El grupo tratado con crioestimulación obtuvo en definitiva mejoras mayores y significativas.
Según los investigadores responsables del estudio, estos resultados se deberían a que las bajas temperaturas promueven la conversión de tejido adiposo blanco a tejido adiposo marrón. En temperaturas frías, la grasa parda descompone el azúcar y las moléculas grasas para generar calor y ayudar a mantener la temperatura corporal.
Finalmente, la actividad del sistema nervioso parasimpático, la rama del sistema nervioso autónomo que relaja el cuerpo tras periodos de estrés y realiza respuestas “automáticas” o involuntarias, aumentó en ambos grupos, pero más en el grupo crioestimulado. Este cambio de actividad, recuerda el Dr. Fontana, se habría asociado con bienestar mental y físico, y un menor riesgo de mortalidad, sobre todo a nivel cardiovascular.
