Las ciudades ocupan solamente el 2 % de la superficie terrestre, pero en ellas habita la mitad de la población mundial y concentran el 70 % de la economía, de las emisiones de gas y de la producción de basura global, afirmó Eugene Zapata Garesché, integrante de la Red de Ciudades Resilientes.
Sin embargo, las urbes altamente concentradas en población e infraestructura son dependientes de los gobiernos federales para allegarse de recursos económicos y plantear soluciones y políticas públicas independientes, señaló.
“Si los seres humanos en las urbes somos responsables de actividades críticas como el mal manejo del agua, la energía, la movilidad y la basura, también podemos ser parte de la solución”, destacó.
También dijo que en los últimos 50 años el número de Estados-nación se duplicó, hasta sumar 195 que hay actualmente y que en el mismo periodo, las ciudades de más de 100,000 habitantes se multiplicaron por 10, y actualmente hay más de 400. Además, se calcula que en 2050 habrá 538 ciudades de más de 1 millón de habitantes”.
El especialista dijo que en el orbe hay 200,000 nuevos urbanitas (por día, cifra equivalente a un nuevo Iztapalapa cada 10 días. “En estos espacios, la urbanización ha tenido resultados contrastantes y se ha caracterizado por una enorme segregación espacial, en la que los grupos marginados viven en la periferia en sitios especialmente vulnerables”.
América Latina es la región más urbanizada del mundo y sólo en Ciudad de México y su zona conurbada vivimos 21.8 millones de habitantes, acotó Zapata Garesché.
El especialista apuntó que las urbes son cada vez más vulnerables y las afectan impactos agudos, algunos causados por la naturaleza como huracanes, terremotos, inundaciones y erupciones volcánicas; y otros ocasionados por la sociedad como explosiones, fallas en energía, shocks económicos o accidentes industriales.
“También hay tensiones crónicas, presiones continuas o recurrentes que ponen en riesgo el futuro de la ciudad, como envejecimiento de la población, deterioro de la infraestructura, falta de diversificación económica, desigualdad social, inseguridad y desempleo”, anotó.
Comentó que en las urbes actuales hay cada vez más vulnerabilidad hídrica, olas de calor con islas urbanas, incendios forestales, deslaves, derrumbes, mala gestión de los residuos, una movilidad colapsada (pues están hechas para los automóviles), asentamientos informales, mala calidad del aire y contaminación de ríos, lagos y efluentes de agua.
La anticipación de riesgos ha sido poco prioritaria y suele ser sacrificada para atender asuntos de inmediato o corto plazos. “Los gobiernos nacionales son menos ágiles a la velocidad de los cambios”, sostuvo.
