A principios de este año, los reguladores estadounidenses establecieron una nueva estrategia para las vacunas contra el COVID-19. Al igual que la vacuna anual contra la gripe, las vacunas se actualizarán cada año según la evolución del virus y luego se implementarán en el otoño. En consecuencia, el 15 de junio, sopesarán qué cepa o cepas del SARS-CoV-2 deberían formar parte de la próxima iteración de la vacuna, de modo que la agencia pueda dar luz verde a una versión para que las empresas la produzcan en masa.
Hasta la fecha, las vacunas COVID-19 se han modificado solo una vez, cuando se introdujo una versión bivalente basada tanto en la cepa original como en la variante BA.5 Omicron en septiembre de 2022. La aceptación fue decepcionante: solo el 17% de las personas en los Estados Unidos la usaron.
El 4 de mayo, por ejemplo, David Ho, virólogo de la Universidad de Columbia, y sus colegas publicaron un estudio preliminar de 72 personas, incluidas algunas que habían recibido cuatro dosis de la vacuna original y otras que habían recibido tres dosis y un refuerzo bivalente. Aquellos que recibieron el refuerzo no produjeron anticuerpos que fueran notablemente mejores para neutralizar a Omicron.
La semana pasada, un grupo asesor de la OMS dijo en un comunicado que aunque las vacunas actuales contra el COVID-19 protegen contra enfermedades graves, “la protección contra enfermedades sintomáticas es limitada y menos duradera”. En lugar de una inyección bivalente, el grupo recomendó una vacuna contra el otoño de una sola cepa basada en el linaje XBB.1 que ahora domina en todos los continentes, aunque dejó la puerta abierta a otras recetas de vacunas efectivas.
Si una vacuna XBB.1 de una sola cepa es la mejor opción o si se deben incluir múltiples cepas de Omicron es un punto de debate. En los últimos meses, dos subcepas XBB estrechamente relacionadas han desplazado a otras variantes de Omicron. “Básicamente estamos tratando de adivinar cuál será la próxima generación de variantes, descendiendo de qué linaje”, dice Ho.
“Por lo que sabemos ahora, hacer coincidir la vacuna con cualquier variante circulante de la que esté tratando de protegerse probablemente sea lo mejor”, dice Angela Branche, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Rochester. Ella codirige un estudio llamado
COVAIL que está examinando las respuestas inmunitarias estimuladas por diferentes refuerzos. Ha descubierto que las vacunas monovalentes contra Omicron funcionan algo mejor que las que incluyen la cepa ancestral.
Una pregunta importante es si las vacunas que se adaptan mejor a las cepas actuales podrían reducir no solo la enfermedad grave, sino también la transmisión, algo que las vacunas actuales parecen hacer mal. Finalmente, este año serán revisadas para tratar de ajustarlas a las nuevas condiciones a fin de evitar el impacto de esta enfermedad que sigue matando personas, aunque poco se informe de ello.
