Una investigación con miles de personas que llevaban relojes inteligentes en sus muñecas ha sido capaz de anticipar quién tendrá Párkinson mucho tiempo antes de que se haga visible, según ha publicado en su porrtal el periódico español “El país”.
Desde 2006 hay en marcha un estudio en el que las autoridades sanitarias del Reino Unido siguen la evolución de la salud de medio millón de personas que entonces tenían más de 40 años. Una década más tarde, a 103,712 de ellos les dieron unos relojes inteligentes para registrar su actividad durante una semana.
Esos datos han servido a un grupo de científicos para indagar en algo que la ciencia ansía encontrar: un marcador objetivo del párkinson que sirva para su detección precoz. Ya cuando les pusieron los relojes, había 273 con diagnóstico clínico de parkinsonismo. Y desde entonces se le ha diagnosticado a otros 196. Los datos de estos dos grupos han sido claves para detectar la señal anómala que indica que algo va mal en la sustancia negra, la parte del cerebro que degenera a medida que avanza la enfermedad.
En este trabajo se apoyaron en los datos ofrecidos por el acelerómetro que llevan los relojes inteligentes. Este sensor registra la aceleración, el inicio de cada movimiento, y se representa en un sistema de tres dimensiones que cambia con cada segundo. Para distinguir patrones distintivos en los miles y miles de gráficas resultantes, los científicos se apoyaron en un sistema de inteligencia artificial.
Los datos de los relojes inteligentes son fácilmente accesibles y, al menos en aquel país, un tercio de la población ya los usa. Habría que levantar una plataforma para centralizar los datos y a los autores del estudio no se le escapan los problemas tecnológicos y las implicaciones legales y de privacidad, pero el párkinson no tiene cura y todas las terapias para frenar su avance han fracasado.
El jefe de Neurología del Hospital Gregorio Marañón (Madrid), Francisco Grandas, gran experto en párkinson, recuerda que todos los tratamientos que hay son sintomáticos, mejoran el estado del paciente, “pero no evitan su progresión”.
Una de las debilidades de esta investigación es que el registro de la actividad con los relojes solo duró una semana, Pero si se aplicara en un entorno real, la acumulación de datos a lo largo del tiempo podría afinar la señal de alerta.
Antes del actual trabajo de Sandor, un grupo de científicos de Estados Unidos ya usó la inteligencia artificial para detectar patrones en los datos de los relojes inteligentes. Usaron también la muestra del UK Biobank, pero ellos partieron de los ya diagnosticados con Párkinson.
“Los relojes nos dicen que las personas experimentan despertares nocturnos más frecuentes y una mayor duración del sueño varios años antes de un diagnóstico de párkinson”, dice Sandor. Combinados los datos nocturnos con los diurnos, los acelerómetros podrían dar tiempo a los médicos para intentar frenar el mal.
