El Diccionario de las emociones es un proyecto de divulgación de la Coordinación de Humanidades y la Facultad de Psicología, para identificar y entender cómo manejar los sentimientos y estados de ánimo en situaciones de crisis y desafíos.
De acuerdo con la revista de divulgación de la UNAM la primera etapa de este proyecto tuvo 12 temas que ya dieron paso a un libro. Ahora, en esta segunda temporada, empezamos con la ira, esa furia e indignación que puede ser muy dañina.
La ira es una reacción emocional natural en el ser humano que, como otras emociones, tiene objetivos de supervivencia (huir o defender), pero que, fuera de control, puede incluso resultar letal.
Podemos, así, elaborar una nueva definición: la ira es un sentimiento de furia e indignación contra alguien, representado con gran pasión, y en el que el individuo se deja llevar por sus impulsos y, a menudo, actúa en forma irracional.
Dicho estado puede surgir por situaciones aversivas, por ejemplo, cuando estamos sometidos a estímulos dañinos o a situaciones muy desagradables, lo que explica conductas como las que manifiestan pacientes con enfermedades que causan dolor crónico y muestran con frecuencia sentimientos de marcada hostilidad.
Por medio del resentimiento y la irritabilidad, puede causar síntomas físicos: una persona enojada llega a desarrollar dolores de cabeza, aceleración de la respiración o aumento de las pulsaciones cardiacas. Su conducta la puede llevar a gritar, insultar e incluso golpear a los demás. La ira está ligada a pensamientos distorsionados y negativos, que surgen en situaciones estresantes, agobiantes y momentos que nos hacen sentir en peligro.
Cuando dicha emoción se presenta de manera frecuente o desproporcionada, quien la padece valora el contexto como algo terrible, aun cuando en realidad no lo sea. Las reacciones limitan la comunicación, pues el proceso cognitivo se ve limitado. La gente no piensa cuando está enojada y puede decir cosas y cometer actos de los que tal vez se arrepienta.
Se liberan neurotransmisores que incluyen adrenalina, noradrenalina y dopamina, los cuales son sintetizados a partir del aminoácido tirosina, cuya función es preparar al organismo para la defensa o huida.
Esos neurotransmisores generan un aumento de energía en el organismo para que éste reaccione frente al evento amenazante. La descarga de furia perdura el tiempo necesario, según la magnitud con la que el cerebro haya identificado la amenaza.
Esta situación puede contribuir no solo al desboramiento de las emociones, sino a derivar en daños graves a la salud, particularmente vinculadas con la salud mental y en algunos casos extremos convertirse en detonador de situaciones graves como afectaciones fisicas al sistema cardiovascular o digestivo, entre otros.
