Este verano una de las películas que están de moda es Manhatan, que trata de recrear la historia entorno a la creación de la primera bomba nuclear, algo que puso al ser humano en otro nivel de la carrera armamentística. Pero además de destrucción, el uso de esta arma dejó otros efectos secundarios.
A simple vista, la trinitita parece un mineral, pero no lo es. A pesar de lo que sugiere su nombre, la trinitita no es un mineral. Ni es natural.
Se trata de un material que se formó durante un hecho histórico decisivo: la primera explosión nuclear de la historia, el 16 de julio de 1945, en Alamogordo Nuevo México.
Este material único nos sigue contando qué ocurrió en aquel momento tristemente histórico.
Se acercaba el final de la Segunda Guerra Mundial. El Proyecto Manhattan llevaba desarrollándose desde 1941, cuando el presidente Franklin D. Roosevelt, motivado por la posibilidad de que Alemania consiguiera desarrollar un nuevo tipo de arma de destrucción masiva, autorizó la puesta en marcha de uno de los desafíos técnicos y científicos más ambiciosos de la historia.
El proyecto implicó a físicos, químicos, ingenieros, matemáticos y miles de trabajadores en un esfuerzo contrarreloj.
El Gadget fue el primer prototipo funcional de una bomba nuclear. A las 5:29 am del 16 de julio de 1945, se detonó en el remoto desierto de la Jornada del Muerto. Fue la primera explosión nuclear de la historia, con un rendimiento aproximado de 19 kilotones. Fue más potente de lo calculado, destruyendo algunos instrumentos científicos ubicados a supuesta distancia segura.
En efecto, las dos siguientes bombas, llamadas Little Boy y Fat Man (versión militar del Gadget), mataron a unas 214,000 personas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. De ellas, aproximadamente la mitad murieron por las explosiones y el resto debido a la contaminación radiactiva.
La temperatura de la detonación del Gadget superó a la de la superficie del Sol. El calor fundió la arena del desierto. Llovieron gotas de vidrio incandescente en un radio de cientos de metros.
Cuando todo había terminado, los investigadores vieron que el suelo estaba cubierto por vidrios de colores, normalmente verdes, en ocasiones formando hermosas gemas transparentes. Recogieron muestras que se guardaron como recuerdo del hecho histórico.
Pronto se dieron cuenta de que era mala idea, pues la trinitita contenía elementos producidos por la explosión y era intensamente radiactiva, hasta el punto de provocar quemaduras en la piel.

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