Las personas con trastornos neurológicos, como derrames cerebrales o esclerosis lateral amiotrófica (ELA), se enfrentan a menudo a esta pérdida y los problemas asociados ella. Hasta ahora, varios estudios habían demostrado que era posible descodificar el habla a partir de las actividades cerebrales de una persona con estas enfermedades, pero solo en forma de texto y con una velocidad, precisión y vocabulario limitados.
Dos artículos que recoge la revista Nature esta semana reflejan los resultados de dos interfaces cerebro-ordenador más avanzadas y capaces de decodificar la actividad del cerebro. Con la ayuda de un dispositivo hacen posible la comunicación oral de pacientes con parálisis.
En opinión de Sean Metzger, investigador de la Universidad de San Francisco, los primeros resultados mostraron que el dispositivo es estable cuando lo evaluamos durante un largo periodo de tiempo, mientras descodificaba 26 palabras clave.
Que sea estable,aclara, significa que podemos entrenar un modelo y hacer que funcione durante mucho tiempo sin tener que volver a ejercitarlo. Esto es importante para que los usuarios no tengan que dedicar constantemente tiempo al dispositivo antes de usarlo.
Para el estudio utilizaron un método con electrodos que se colocan en la superficie del cerebro y detectan la actividad de muchas células a lo largo de todo el córtex del habla. Esta descodifica las señales cerebrales para generar tres salidas simultáneas: texto, habla audible y un avatar que habla. Los investigadores entrenaron el modelo de aprendizaje profundo para descifrar los datos neuronales recogidos por este paciente con parálisis grave, causado por un derrame cerebral, mientras intentaba pronunciar frases completas en silencio.
Mediante esta neuroprótesis, la traducción de cerebro a texto generó una tasa media de 78 palabras por minuto, que es 4,3 veces más rápida que el récord anterior y se acerca aún más a la velocidad de una conversación natural. La unidad alcanzó una tasa de error de palabras del 4.9% al descodificar frases de un conjunto de 50, lo que supone 5 veces menos errores que el anterior equipo de voz de última generación.
Los autores de este trabajo esperan poder tener listo un dispositivo clínicamente viable en los próximos 5 a 10 años, pero primero deberán validar este enfoque y la tecnología en más participantes, especialmente en aquellos con diferentes condiciones.
“Se trata de una prueba científica de concepto, no de un dispositivo real que la gente pueda utilizar en la vida cotidiana”, señala Willett. De momento el dispositivo descrito tiene licencia para uso
