A propósito del reciente eclipse solar, un grupo de especialistas de la UNAM afirman que la observación y estudio del Sol es cada vez más importante debido a que su radiación puede afectar nuestras telecomunicaciones y, por ende, alterar nuestra vida diaria.
Los científicos vigilan el astro desde el único observatorio solar de México, ubicado en el Laboratorio de Ciencias Geoespaciales de la Escuela Nacional de Estudios Superiores, unidad Morelia, de la UNAM.
Si comparáramos su brillo con el de las millones de estrellas que hay en el universo, el Sol pasaría inadvertido; sin embargo, su luz es fundamental para sostener la vida en la Tierra tal y como la conocemos.
A lo largo de 4,500 millones de años (su edad, según la NASA), el astro ha sido tan estable que ha permitido que poco a poco la atmósfera se haya reconfigurado, cambiado y evolucionado a lo que es hoy. Debido a esa estabilidad ha sido posible que prosperen la flora y la fauna; si cambiara drásticamente, de un día para otro, lo haría el planeta entero, explicó Mario Rodríguez Martínez, de la UNAM.
Muchas civilizaciones antiguas veneraban al Sol, pero a decir del también director de la ENES Morelia su observación y estudio han tomado impulso porque nuestra tecnología actual depende mucho de la actividad solar. “De darse un evento capaz de afectar las telecomunicaciones, caerían en cascada sistemas esenciales para nuestra vida diaria, como las transferencias bancarias o la telefonía celular”, por citar algunos ejemplos.
Para ello, desde 2015 un grupo de científicos monitorea a diario el astro. Desde el LACIGE fotografiamos la atmósfera de la estrella en su totalidad”, explicó el doctor en Ciencias.
Las imágenes e información obtenidas son enviadas al Centro Nacional de Prevención de Desastres, a la Agencia Espacial Mexicana y al Laboratorio Nacional de Clima Espacial de la UNAM a fin de prevenir emergencias provenientes del espacio exterior. “Se trata de fotografías que nos permiten observar y situar en una imagen los eventos ocurridos en nuestra estrella”, acotó el investigador.
Si bien, los cambios en su comportamiento son un desafío para la ciencia, se sabe que el Sol aumenta y disminuye su actividad cada 11 años, en promedio, y tiene entre dos y tres eventos de gran magnitud por ciclo.
“Buscamos ser un referente y enseñar a los estudiantes a maniobrar un telescopio, a fotografiar tanto la superficie como la atmósfera del Sol; el objetivo final es tener varios observatorios en todo el territorio mexicano para observar todos los días a nuestro astro. En la medida en que lo estudiemos comprenderemos mejor muchos fenómenos que tienen lugar en otros sitios del universo”, finalizó Rodríguez.
