Desde hace muchos años, los cirujanos prueban su pericia con la apendicitis: un simple corte, fuera y ya está. Esta sencilla operación ha ayudado con rapidez y sin problemas a incontables pacientes que padecían esa infección. Y como el apéndice se inflama a menudo y no parece desempeñar ninguna función, se llegó en un tiempo a eliminarlo preventivamente cuando se disponía de la oportunidad durante una operación en el abdomen.

Hasta el día de hoy sigue valiendo la frase siguiente: “Mejor operar una vez demasiado que una vez demasiado poco”. La operación se puede realizar de ordinario de forma mínimamente invasiva por medio de una endoscopia.

Los médicos ya consideraban en el siglo XIX al apéndice un relicto que en el curso de la evolución humana había perdido su función. En palabras más actuales: el apéndice sobra y es perjudicial porque tiende a inflamarse. ¡Fuera con él!

El apéndice parece desempeñar, sin embargo, un papel, al menos en el sistema inmunitario y en el desarrollo embrionario.

A las pocas semanas de vida, células glandulares migran a la membrana mucosa del apéndice y empiezan a producir diferentes señales de aminas y péptidos: un proceso organizativo en el crecimiento del feto, como explica el fisiólogo Loren Martin, de la Universidad del Estado de Oklahoma.

En los tejidos de las paredes del apéndice, sin embargo, se encuentran sobre todo muchas células linfáticas que hacen del apéndice una especie de “amígdala del intestino”, análoga a las de la garganta, esos cúmulos de tejido linfático que si se inflaman también pueden ser extirpados sin problemas.

Pero el apéndice también actúa en los adultos como línea de frente entre el sistema inmunitario y los distintos causantes de enfermedades, con sus antígenos, que medran en el intestino.

Una idea más ha sido propuesta hace unos años por investigadores estadounidenses. Sospechan que el apéndice, aparentemente superfluo, tiene una función de reserva y refugio de la flora intestinal, saludable y natural. Puede tener su importancia en especial tras enfermedades graves del intestino y diarreicas, en las que el organismo intenta librarse de gérmenes e invasores mediante un vaciado general.

El intestino debe alojar después de nuevo esa colonización natural, lo que, dice la teoría, quizá se logre mejor gracias al apéndice, que no habría sido vaciado. Tras una extirpación quirúrgica del apéndice, la flora intestinal se reconstruiría más despacio.

Entonces, como vemos, el apéndice no resulta ser un aparato sobrante, sino un órgano de mucha importancia que debemos cuidar y preservar.

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