Se ha cumplido un año de la legalización canadiense del cannabis recreativo. Canadá fue el segundo país –después de Uruguay- en insertar en el marco legal la mariguana con fines lúdicos, pero ha sido hasta el momento el único miembro del G20 en llevar a cabo una medida de ese calado en todo su territorio.

“La legalización protegerá a los jóvenes y golpeará a los grupos criminales”, afirmó el primer ministro Justin Trudeau el 17 de octubre de 2018, día de su entrada en vigor.

Según las encuestas, el 70% de la población respaldaba en esos días la medida de Trudeau. No obstante, políticos conservadores y algunos medios de comunicación expresaron que la legalización causaría todo un cúmulo de problemas.

“El escenario negativo tan publicitado simplemente no ocurrió. Se temía un aumento del consumo y consecuencias en la esfera laboral.

También se imaginaban salas de urgencias saturadas. La legalización entró en vigor, va avanzando y refleja que es mejor que la prohibición. Por supuesto que está el tema del mercado negro. Aún es muy grande, pero tomará tiempo para que se reduzca significativamente”, comentó en entrevista con el Semanario Proceso Jean-Sébastien Fallu, profesor de psicoeducación en la Universidad de Montreal.

 “Es importante evitar una banalización de los riesgos potenciales del cannabis, pero sin caer en el alarmismo. Las campañas de información ayudan, a condición de que se basen en la ciencia y no en asuntos políticos o en visiones moralistas”, señala Fallu.

“La legalización se dio, pero mantiene un espíritu muy restrictivo en comparación con otros productos, como el alcohol”, añade.

En los primeros días en que la mariguana pasó a la esfera legal en Canadá, las imágenes proyectadas en diversos países mostraban entusiastas filas de clientes en las tiendas autorizadas.

Este ambiente se vio después eclipsado por periodos de escasez, Varios establecimientos tuvieron que reducir sus horas de apertura y presentaron anaqueles semivacíos. La situación ha mejorado, pero el mercado negro se beneficia aún de trabas burocráticas, altos precios, problemas de suministro y otros puntos que afectan a productores y vendedores autorizados.

Estadísticas Canadá publicó un informe en agosto sobre los canadienses y el cannabis. Según el documento, 4.9 millones de personas mayores de 15 años (el 15% de la población) declararon haberlo consumido en el segundo trimestre de 2019.

Pocas semanas antes de la legalización, la firma de recursos humanos ADP levantó una encuesta en varias ciudades de Canadá. 46% de los consultados temía que la mariguana tuviera un impacto negativo en la productividad empresarial. Un año después, con la hierba ya insertada en la legalidad, otro sondeo situó esta preocupación en un 27%.

El gobierno de Trudeau no efectuó cambios en el código laboral. Más bien, optó por permitir que cada empresa fijara sus propias políticas relacionadas con el cannabis.

Otro tema que ha inquietado es la seguridad vial. Entre enero y septiembre de este año, la policía de Toronto arrestó a 700 personas por conducir alcoholizadas, mientras que 11 detenciones fueron por mariguana.

Los expertos señalan que las pruebas de detección deben mejorar, ya que las actuales pueden arrojar un resultado positivo incluso si la persona consumió cannabis días atrás.

El día de la entrada en vigor de la legalización, había 117 productores autorizados. Un año después, la cifra es de 221. El gobierno federal ha señalado que emitirá nuevas licencias.

El gobierno de Canadá autorizará en diciembre la venta de comestibles y otros derivados del cannabis (resinas, cremas, líquidos para vaporizadores). Se espera con ello asestar un nuevo golpe al mercado negro. Sin embargo, hay aspectos que preocupan por esta nueva etapa de la legalización. Cabe recordar que en México el Congreso todavía discute la reforma legal para permitir el consumo lícito de la marihuana.

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