Es difícil imaginar que en Estados Unidos, uno de los países más ricos del mundo, exista escasez de ciertos productos.

Pero comprar un auto nuevo, muebles o materiales de construcción, dejó de ser una tarea fácil.

En muchos casos los consumidores deben esperar meses antes de conseguir el producto que están buscando.

Es que el atasco en la salida de contenedores desde los principales puertos del mundo está provocando interrupciones intermitentes en las cadenas de suministro.

Y como muchas empresas mantienen los inventarios al mínimo para abaratar costos, cuando ocurren situaciones como éstas, se quedan sin la cantidad de productos necesarios para satisfacer la demanda.

«Algunos consumidores no van a encontrar las cosas que necesitan», advirtió Neil Sunders, analista de comercio minorista de la consultora GlobalData Retail.

Una demanda que ha crecido en los últimos meses en el contexto de una reactivación económica tras un 2020 que marcó una de las peores recesiones globales de las últimas décadas.

El problema es que con la pandemia se alteró el ritmo del flujo del comercio internacional y cuando aumenta el consumo en varios países a la misma vez, los puertos, las vías oceánicas, los trenes y aviones que transportan los productos no dan abasto.

Como tampoco han dado abasto algunas industrias que producen piezas esenciales para la fabricación de otros productos, como es el caso de los microchips.

Justamente la escasez de semiconductores le ha provocado problemas a los fabricantes de autos, computadoras, laptops, celulares o consolas de videojuegos.

«Puede tomar uno hasta dos años antes de que la industria se pueda poner al día con la demanda», declaró el director ejecutivo de la empresa Intel, Patrick Gelsinger.

Lo mismo está pasando con algunos materiales para fabricar ropa, zapatos, comida… la lista es interminable.

Con un equilibrio tan precario, un tifón en China o el cierre de una fábrica en Vietnam por covid-19, genera una especie de caos.

«Nadie puede conseguir nada», dijo Steve Lamar, director ejecutivo de la Asociación Estadounidense de Ropa y Calzado. «Compra tus regalos de navidad ahora».

Como muchos contenedores están varados en algunos puertos, el precio de los fletes se ha disparado.

Las historias de restaurantes que han tenido que cambiar su menú se repiten todos los días, desde Corea del Sur a Estados Unidos.

Aunque estas sean situaciones excepcionales, la disrupción del comercio internacional es una tendencia.

Hay mucha incertidumbre sobre lo que puede ocurrir en el futuro, más ahora que la variante Delta del coronavirus está propagándose con mayor velocidad.

Las interrupciones en el suministro podrían continuar «hasta bien entrado 2022», declaró hace unos días el presidente de la Reserva Federal de St. Louis, James Bullard.

Según como evolucionen la demanda y la oferta habrá unas semanas en que los consumidores verán escasez de ciertos productos y más tarde serán otros.

En estos días se ha hecho más difícil encontrar materiales de plástico para embalaje, bolsas de papel, carne o aceite para cocinar.

A veces se debe a problemas con el flujo de trenes y camiones, otras veces porque no llegó el envío internacional, o por falta de mano de obra.

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